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Jimin tenía la sensación de estar en la puerta del mismo infierno, el miedo y las ansias lo estaban carcomiendo, ni siquiera sabía que decir, literalmente, había estado pensando en lo que le  diría a Yoongi, pero en ese momento su mente estaba en blanco.

Y aunque se la pensó mucho, golpeó suavemente la madera de la puerta.

Inevitablemente sus pequeñas manos temblaban y sudaban frío.

— Puedes pasar.

Escucho la ronca voz de Yoongi al otro lado de la puerta, así que sutilmente entró y cerró esta detrás suyo con la máxima delicadeza posible.

— Que necesitas?

Jimin pensó un poco y por los nervios empezó a jugar con la manga de su abrigo.

— Yo... yo vine a disculparme.

— Pero si ya te disculpaste, no es necesario.

— para mi, si lo es, se que todo fue un mal entendido.

— Me lo dijiste.

Y no sabia que mas decir, ni siquiera lo estaba mirando a los ojos, estaba tan apenado que solamente prefería estar quieto y callado en su sitio.

— Solamente era eso?

Jimin se quedó nuevamente estático mientras seguía jugando con la manga de su abrigo. Lo cual noto Yoongi, sabía que estaba nervioso asi que solo se paro de su lugar y avanzo hacia donde estaba el omega.

— Esta bien, están perdonados, ambos.

— No siento...

— Que no sientes.

— No siento que estés del todo convencido.

— Realmente lo estoy, si?

Hablo el mayor mientas extendía sus brazos indicando que quería recibir un abrazo por parte de Jimin, el cual acepto rápidamente.

— Exagere un poco, lo se.

Jimin a escuchar eso asintió frenéticamente, por fin se había dado cuenta de que realmente había exagerado.

— Parecías celoso.

Ahí Yoongi se tenso en medio del abrazo pero no iba a soltar a Jimin, le daba pena que el viera su sonrojada cara.
De todos modos era cierto lo que decía el omega, estaba siendo terriblemente celoso desde que su amigo llegó a la casa, y pese a que recibía constantes palabras amistosas de Jimin, le seguía teniendo celos, sabía que Hoseok estaba enamorado de su pequeño, y debería de estar orgulloso pero por alguna razón, el simple sentimiento de que alguien más sostenga a Jimin o de que lo bese, incluso de quitarle aquello tan preciado para el, le causaba escalofríos.

— Tienes un poco de razón.

Obviamente no se veía pero Jimin al escuchar eso había abierto sus ojos como platos, no se esperaba esa respuesta para nada pero tampoco era algo que le disgustara.

Aunque para ambos el abrazo ya se había echo demasiado largo así que se soltaron suavemente y se miraron, estaban con una suave sonrisa adornando sus rostros, ahora si se notaba de que ya estaban mejor.

Pero no se iba a ir de ahí Jimin sin darle ese preservativo a su mayor, le daba un sentimiento raro tener eso en su bolsillo.

— Hyung, antes de que me olvide.

Y saco el preservativo de su bolsillo, pero le daba vergüenza dárselo así como si fuera un dulce, así que cerró su mano empuñando el sobre en su mano.

— ¿Que es lo que tienes en la mano?

Ya que, de todos modos no era suyo.

— Esto.

OMEGA EN CELO®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora