Interludio / Dos espadas, sueño forzado y el peso de la causa

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Karma despierta de su trance.
Es la quinta vez que ha tratado de localizar a la centinela de los bosques con los ojos de la cordera, siguiendo el rastro espiritual que el lobo le ha prestado.

Más no ha querido aparecerse.

Pero, agradecida, piensa que es suficiente, aunque la busqueda esté siendo más laboriosa de lo que había pensado tras adquirir los dones prestados.

Es muy duro para ella.
No solo la dificultad que presenta la búsqueda... sino el tener que ser testigo de la lenta agonía de la naturaleza espiritual de este plano.
De ver... como cada vez que entra en los dominios de los espiritus, es consciente de la muerte de seres inmortales.

Está divagando. La dificultad le hace cuestionarse sus propios métodos.

-Sigue adelante- dice en voz alta -Kayn y Akali están haciendo su parte de la misión... debes... tengo que hacer que Jonia resista todo lo posible.

Sin darse cuenta, ha llegado al borde de un bosque. Arboles de rosas hojas que caen lentamente.
Todavía tienen salvación, pero están heridos de muerte, enfermos.

Karma suspira y se adentra en la espesura.

Normalmente se oiría a algún espiritu menor desde

.

El aire mece las rosadas y ligeras extremidades de las ramas. Pero es lo unico que se oye, las hojas altear junto al viento.

Normalmente podría oirse los sonidos de la fauna espiritual, los espiritus menores que se esconden para observar a peregrinos, monjes y guerreros en busca de si mismos. Casi como Targón, aunque en la motaña todo dependía de tí, en las tierras primigenias dependía de ellos.
De los espíritus, cada uno distinto al otro con emociones casi tan intensas como las de las razas terrenales.

Ya no estaban.

No había ni un alma, nunca mejor dicho.

Karma avanzó y avanzó por el paramo enfermo hasta perder la noción del tiempo, como le solía suceder.

Cerró los ojos para concentrar más energía en ellos y libero el poder de rastreo del Lobo una vez más. Sus ojos se tornarón azules y desprendía una especie de aura de luz que recordaba ligeramente al fuego.

Todo se torno negro para ella y poco a poco los núcleos de los arboles empezarón a aparecer frente a ella como pequeños fuegos rosados. Seguía siendo tan confuso como la primera vez.

Aunque no lo diría en voz alta, le parecía enternecedor que el Lobo viera con tanta pureza, todo aquello que no requería de la ayuda de la muerte para terminar su vida.

Sin embargo, sabía que lo que estaba haciendo costaría todavía muchos intentos más.
Había provado con el olfato cuyos rastros le daban falsas pistas de presencias espirituales, era la segunda vez que probaba con la vista y se abstenía de probar con el oido porque como bien había notado, solo se oían las hojas corear su respiración en la dirección del viento.

Aunque, si de verdad quería intentarlo todo... debería probar todas las herramientas que tenía a su alcance.

-"No se pierde más que tiempo por probar"- pensó. Y entonces cerró los ojos y recuperó los suyos para dirigir toda la energía a los oidos del Lobo.

Se arrodilló y calló para escuchar. Cerró los ojos también para mayor concentración y entonces ya solo se oía el viento.

Respiró hondo y soltó aire para relajar su corazón y ser absolutamente receptiva a cualquier sonido que pudiera presentarse.

Las hojas se mueven, caen, el viento aulla con suavidad y Karma respira con el bosque entero.

Entonces, por fin, percibe algo.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2023 ⏰

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