La fiesta L

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Capítulo veinticuatro

Maca

La veo cerrar sus ojos frente a mí. Jaci entra como si nunca hubiese pasado nada entre Rubí y yo y a veces, no entiendo su actuar. Rubí se da media vuelta y sale caminando tranquilamente por el lado de Jaci.

Hola - dice Jacinta cuando pasa por el lado. Rubí no responde y la amo por eso.

Jaci se acerca a mí y me besa. En el fondo, ella se da vuelta y nos mira por un instante. Termino de juntar los sacos que no deberían estar aquí, pero ya da lo mismo. Intento escuchar lo que me dice Jaci pero no puedo. No pensé que todo seguiría igual, no se movió ni un centímetro lo que siento por ella. Sigue aquí, soberana en todo de mí.

Pasan las horas y como cada vez que vengo a este lugar, pasa todo lento. Son casi las seis de la tarde y nos vamos a almorzar recién. Jacinta no me deja ni un segundo sola.

Vamos caminando hacia la casona y la veo de lejos junto a una mujer que no conozco. Me acerco un poco más y cuando estamos a unos tres metros puedo verla mejor. Es una mujer de su estatura, de pelo muy rubio y está vestida de otra forma. Estoy segura que es europea, francesa, casi segura. Están sentadas muy juntas y se hablan con mucha confianza. La tipa es lesbiana y lo sé, sabemos distinguirnos.

Me acerco y la saludo.

Hola - estiro mi mano.

Hola - me dice con acento frances.

Ella es Agnes, ella es Jacinta y Macarena, mi patrona - nos presenta Rubí. La miro y veo el brillo en sus ojos. La francesa está hechizada con mi mujer y ella con la francesa. Un dolor desconocido me recorre al instante.

Diles de la fiesta - le habla muy cerca y me desespero pero me tengo que controlar.

Ah si pue', hay una fiesta en un pueblo que esta aquí cerquita, y de puras mujeres oiga - me dice.

¿Vas a ir a una fiesta con ella? - pregunto.

Si pue', vamos a ir a las dos. ¿Quieren ir ustedes? - Rubí me pregunta.

¡Vamos! - le digo sin saber a dónde ni con quién.

¿A qué hora? - dice Jaci. Y miro a Rubí que solo mira a la tipa francesa. Entiendo que ya no me quiere, además de estar embarazada, es posible que tenga una amante, y me lleno de rabia.

A las ocho dice Rubí, a las ocho vamos a salir de aquí - habla pero sin mirarme. Solo la mira a ella.

Vamos a vestirnos amor - me dice Jaci tomándome de la mano y llevándome a la cama - nos vemos a las ocho acá - les dice a ellas que siguen sentadas una junto a la otra. Volteo cuando voy entrando y veo a la mina tocando a Rubí en el costado de su espalda, debajo de la polera. Es algo sutil, la toca con su dedo por el borde de la polera pero toca su piel y Rubí se deja hacerlo. Me pregunto en qué estuve pensando que me fui de ella. Quizás si hubiese esperado ella habría estado conmigo ¡Que tonta y cobarde soy!

Nos arreglamos con Jaci y salimos. De verdad me dedico a verme linda, voy con jeans negros y botines tipo mílico, una chaqueta de ecocuero y una camisa debajo. Tengo mi pelo tomado y me gusto demasiado en estos momentos.

Salgo y ellas siguen ahí. Rubí se da vuelta cuando nos siente venir y me mira como antes, igual que aquel día en el departamento cuando me invitó a bailar con ella. Su mirada me sigue descaradamente.

Nos vamos en la camioneta del campo. Voy manejando yo con Jaci al lado y ellas atrás, super pegadas. Miro por el retrovisor y se ríen todo el tiempo de cosas que ni yo entiendo. Jaci va feliz de la nueva amistad de Rubí porque entiende todo y le da lo mismo mientras Rubí esté con otra persona.

Mujer de mi tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora