La idea de Anto

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Capítulo Catorce

La idea de Anto

Salgo de la habitación por el ruido fuerte de muchas personas que están hablando al mismo tiempo y sé que me he quedado dormida una vez más, y ¡cómo no! Si nos quedamos hasta muy tarde conversando con Anto. Su compañía me hace sentir bien, me olvido un rato de todo lo que está pasando con Rubí y su distancia. A veces no sé si escapa de mí o de ella, de nosotras y de lo que se construye cuando estamos cerca.

Me acerco al pasillo y veo que está Miguel arreglando el piso del comedor. Hoy es Viernes y creo que están preparando todo para una celebración con los trabajadores del campo.

¿Cómo durmió la patroncita? - me pregunta Miguel.

Bien Miguel ¿y tú? - pregunto por cortesía.

Bien bien señorita, estamos arreglando todo oiga para celebrar al patrón. Hoy se cumple un año de su muerte sae', y siempre nos dijo que teníamos que celebrarlo pue' - me comenta y recuerdo que así es. De pronto entra ella.

Buenas tardes - me dice sarcástica debido a la hora en que estoy en pie.

Buenos días Rubí - respondo y me acerco a la mesa para prepararme un café pero María me interrumpe. Siento su mirada tan intensa sobre mí que no puedo devolverla.

No se preocupe oiga, yo le preparo ¿Su amiga también quiere comer? - me pregunta. Saco un trozo de queque y me lo trago.

Si, debe esta muerta de hambre - respondo y escucho la voz de Anto.

Ute' también patroncita, siéntese a comer oiga - me dice María. Me siento.

¡Maca! - grita - ¡pásame una toalla por fi!

Miro a Rubí que me fulmina con la mirada, no hago nada más que bajar la vista y correr a la pieza. Entro y le paso la toalla a Anto que está desnuda y se envuelve en ella. Siento la puerta chocar en mi espalda y es Rubí que entra sin pedir permiso. Se queda viendo a Anto entrando al baño.

No pierde el tiempo ute' - me dice volteando su cuerpo hacia mí.

¿De qué hablas? - pregunto con la vista perdida en ella. Mi mente se va volando a través de sus ojos.

Chita que le cuesta oiga - me habla cruzada de brazos.

Es que de verdad no entiendo lo que me dices, yo quiero comer. Estoy muerta de hambre - le digo y salgo de la habitación. Me detiene.

¿Ute' tiene algo con su amiga? - me dice con su mano sobre mi brazo.

Rubí me mareas, no te entiendo. Te... - Nos interrumpe María que viene con una bandeja para Anto. Entra y la deja sobre la cama. Un silencio incomodo se apodera del lugar y me hace salir de la habitación.

Camino por el pasillo, no entendiendo nada de su actuar. No sé si le molesta que esté con Anto porque tengo pareja, por lo que pasó en Santiago o porque simplemente le invade mi presencia. Llego a la mesa y me siento a tomar desayuno en una esquina para no entorpecer los preparativos. Ella viene detrás de mí y se sienta al frente.

Nos miramos y Miguel acomoda una silla junto a ella. La abraza y ella pasa su mano por debajo de su brazo para tomarle la mano y enredar sus dedos a los de él. Me comen los celos, pensar en su boca y en sus manos en mi cuerpo. Nunca fui una mujer celosa, nunca sentí inseguridad o temor de una mujer. Siempre era yo, primero lo que quería y luego lo que sentía. Eso me permitió alejarme de cualquier mujer que pudiera interferir en mis planes. Pero Rubí, ella me rompe y me vuelve a unir a su antojo.

Se me quita el hambre de ver cómo hablan entre ellos y como Rubí se ríe de cada cosa que él habla. Por suerte Anto aparece y se sienta a mi lado, deja su bandeja sobre la mesa y apoya su cabeza en mi hombro.

Mujer de mi tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora