Ciertas verdades

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Capítulo veinticinco

Ciertas verdades

Rubí

Salgo y las dejo a solas, en la distancia veo como la abraza, como la besa. A veces pienso que me volveré loca, que mi cabeza de vueltas en nuestros recuerdos que son tan pocos, tan contados que podrían desaparecer. Entonces me aferro a cada lugar que estuvimos. Quiero creer que todo fue verdad, que ella no mintió cuando hacíamos el amor y mirándome a los ojos me gritaba cuanto me amaba. Quiero pensar que ese te amo aún existe en el fondo de ella, de mi mujer. Sigo caminando, sigo pensando, sintiendo cada una de sus caricias, cada vez que estuvo desnuda junto a mí. Sé que me prometí dejarla ir pero no puedo, no puedo si la veo a diario. No puedo dejar de cerrar los ojos y verla mirándome tan profundamente que es como si mi alma estuviera descubierta frente a ella. Y entonces me pregunto porque no soy capaz de dejarlo todo, como no puedo tener la valentía de decirle que nos vayamos y tengamos nuestra vida. Pero ¿Qué pasa si ella ya no siente nada? ¿Y si me olvidó? ¿Si yo solo fui una mas?

Llego al lugar donde nos conocimos, me afirmo en la cerca, saco mi sombrero y las lágrimas caen, caen sin freno. No puedo dejar de necesitarla. Veo a las dos yeguas correr una junto a la otra. Suena mi teléfono y es Agnes. Respondo la llamada, me dice que está en la entrada de la casona y que tiene que verme. Le digo que antes tengo que pasar a ver a mi madre porque tengo que calentar su comida. Me voy corriendo a la casa de mi 'amita y sin dejar ni un momento de pensar en ella, en lo cerca que estuvimos. En las ganas incontrolables de deshacer mi vida, de arrancarme de todo y dormir a su lado todas las noches. Yo sé, tengo completa seguridad que no hay nadie con quien quiera compartir todo.

Llego a la casa de mi 'amita y le caliento su comida.

Mi Rubí - me dice.

¿Cómo se siente? - le pregunto mientras le llevo la bandeja a la cama.

Bien pue' y ute como está? ¿Porqué tiene esa carita triste? - me pregunta y me acuesto a su lado.

'Amita, tengo una amiga que tiene un problema oiga y no sé qué decirle - le respondo.

A ver, cuénteme - se acomoda para comer y escucharme.

'Amita, mi amiga es casá' oiga y se enamoró de otra persona pue' - le digo.

¿Qué está hablando oiga, se enamoro de otro huaso ute? - me dice y siento que me voy a desvanecer.

No 'amita - me levanto de la cama.

Ah ya, ¿está segura que es una amiga oiga? - me pregunta.

Si, 'amita.

¿Y tiene hijos oiga? ¿Su amiga tiene hijos?

No 'amita, no tiene hijos pero no se enamoró de un huaso oiga.

¿Y de quién pue'?

Hago una pausa

No creo que entienda na' ute, mejor no le cuento na' - le digo.

Dígame mi Rubí.

Se enamoró de una mujer oiga.

¿Cómo es la cosa Rubí? Esas cosas no pasan pue'.

Si 'amita, a ella le pasó, y nunca pensó que le pasaría pue', si está re complica la mujer - le digo.

Es que, ¿Cómo es que a una mujer le puede gustar otra mujer pue'? - me dice y siento que no entenderá nada - yo no sabría que hacer con una hija pal' otro lao' oiga.

¿Lo encuentras muy feo amita?

Muy feo oiga. Dígale a su amiga que no haga ni tal de dejar a su hombre por una mujer, dígale que eso se le va a pasar oiga, si esas cosas son cosas raras de la mente no ma' - me dice mientras come.

Mujer de mi tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora