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Era claro que Luke sufría de algo de insomnio.

Por más que le gustara ignorar ese hecho, en su cabeza sabía que no había otra alternativa lógica para la razón por la que era incapaz de dormir cada noche, mientras su cabeza se llenaba de pensamientos insignificantes, recreando los sucesos de cada día, señalando cada error y encontrando una nueva preocupación en el fondo de su cabeza.

Lo sabía, pero era algo de lo que no le gustaba hablar, o reconocer.

La única persona que lo sabía era Ashton. Pero, él realmente no sabía que era tan malo al punto de no ser capaz de cerrar los ojos algunas noches y sentir una conocida presión en su pecho cuando pensaba demasiado. Y tampoco quería que lo supiera.

No era tan malo. Había noches en las que podía. Quizá, con algo de voluntad, era capaz de completar como cuatro o seis horas de sueño con intervalos, pero en su opinión era suficiente.

Como hoy, que sus ojos se cerraron en el momento que su cuerpo tocó su cama, y sus brazos sujetaron con fuerza el delgado cuerpo del chico que se encontraba hundido bajo sus sábanas, con el rostro escondido en su cuello y sus piernas enredadas con los suyas.

Y, puede que la razón de eso haya sido que, la mayor preocupación que aparecía en su cabeza antes de siquiera ser capaz de cerrar los ojos; Michael.

Eran miles de preguntas sin respuestas, busqueda de soluciones para problemas que sabía que, en el fondo, verdaderamente no podía resolver, y la ansiedad al saber que en cualquier momento Michael podría volver a salir lastimado y no habría nada que pudiera hacer para evitarlo. Pero, esta noche no fue así.

Porque, su subconsciente estaba en paz al saber que Michael estaba aquí; en sus brazos, a salvo, y nada ni nadie podría atreverse a hacerle daño.

Eran pasadas las nueve cuando despertó, un sábado, sintiendo su cuerpo completamente relajado, mientras sus parpados pesaban, casi rogándole que volviera a cerrarlos y busca de unos cuantos minutos más de sueño, pero su estómago estaba sonando y unos cabellos estaban picando su mentón, haciendo que fuera casi imposible retomar el sueño.

Se removió en su cama, sintiendo el cuerpo al lado suyo hacer lo mismo, acompañado de un sonido de fastidio que se escuchó de fondo. Unos fríos pies envolvieron su tobillo, para que luego sintiera un peso posicionarse sobre su pecho en el momento que se recostó sobre su espalda.

Fue en ese momento que terminó por abrir por completo los ojos, parpadeando repetidas veces e intentando acostumbrarse a la luz que se filtraba entre las cortinas de su ventana. Lo primero que captó su mirada fueron desordenados mechones rubios y negros en su pecho, haciendo que inconscientemente su mano fuera hacia ellos, peinándolos.

Apartó unos cuantos cabellos de la frente de Michael, solo para tener una mejor visión de su adormilado rostro. De sus cejas castañas fruncidas levemente y sus largas pestañas ceyendo delicadas sobre sus pómulos, mientras sus parpados se encontraban cerrados firmemente, negándose a abrirse y dejarlo ver los conocidos ojos verdes.

Sus dedos pasaron por un lado del rostro, acariciando la suave piel soñolienta, solo logrando que la pequeña nariz se estrujara levemente. Tuvo que resistir demasiado las ganas de hacer una leve presión contra esta con la punta de su dedo, para que luego sus ojos se estuvieran enfocando en los rosados labios con una marca y un moretón en ellos. Su ceño se frunció casi al instante.

El labio inferior de Michael no estaba tan hinchado como la noche anterior, pero aún quedaba esa pequeña marca cicatrizada de donde la sangre no parecía querer parar de salir, y el moretón debajo de este ya se había tornado de ese color morado oscuro que predijo. Se veía mal, pero algo le decía que pudo haberse visto peor si no hubiera aplicado una crema para eso o desinfectado la herida.

Waiting for us { Muke }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora