Koko/Inupi; capítulo 32.

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La pesadez del sueño lentamente se iba disipando. Kokonoi arrugó la nariz y sacudió la pelusa que le producía cosquillas, solo para darse cuenta, al abrir los ojos, que lo que tenía enfrente era una mata de cabello rubio. Inupi estaba acurrucado sobre su pecho, con la cabeza apoyada en su hombro. Koko estaba aprisionado por los brazos y piernas del omega que lo estaba usando como almohada. Echó un vistazo al rostro dormido del chico, se veía adorable con los labios entreabiertos y un hilo de saliva que corría por su mejilla.

No quería levantarse y perderse un segundo de aquel rico calor en la mañana, además Seishu se veía más cómodo y relajado de lo que alguna vez lo había visto y su aroma suave lo delataba, pero la realidad era otra esa mañana. Tenía que moverse para volver a su apartamento y prepararse para el trabajo.

Susurró una disculpa al oído del omega y tomó la almohada olvidada en el lado contrario de la cama, que usó como reemplazo suyo. Inupi al principio frunció el ceño cuando Koko lo dejó y murmuró entre sueños una maldición, luego se abrazó a la almohada como si nada hubiera pasado. Era un alivio, lo último que quería era que se despertara.

Se incorporó tan silencioso como pudo y recogió sus cosas. Antes de salir de la habitación, le echó un último vistazo y sonrió con calidez; las cosas habían salido mejor de lo que esperaba, al menos había esperanzas de que pudiesen hablar como los adultos que eran. Era una lástima que tuviese que irse, el mal sabor en su boca por tener que dejar a Inupi no se le quitaba.

De camino a la puerta principal del apartamento se encontró con Takemichi, quien estaba en la cocina, distraído en la preparación de algo. Luego se dio cuenta de su presencia y levantó la cabeza, hasta que sus ojos lo encontraron. El omega lo miró con una ceja levantada y una mueca de disgusto en sus labios.

—¿Tan pronto te vas? —preguntó Takemichi con dureza.

Koko no se inmutó, en realidad ese omega no le daba miedo. Aunque no podía ser brusco con él, es decir, era el prometido de Mikey y el mejor amigo de Inupi. Mantuvo su expresión serena y respondió tan casual como pudo, mientras erguía su postura.

—Tengo que trabajar y se está haciendo tarde.

—Seguro que lo haces, sin embargo Inupi te necesita. Supongo que ya hablaron del bebé, ¿entonces por qué no haces el intento de quedarte?

—Vendré por él después del trabajo. No es como si lo vaya a abandonar aquí.

—¿Cuándo has decidido eso? Akane no me ha dicho nada y yo estoy al cuidado de Seishu por si lo has olvidado —tanteó Takemichi sin cuidado, en realidad solo estaba tratando de proteger a su mejor amigo de ese alfa engreído.

Koko rodó los ojos por la sobreprotección de Takemichi y por su propio bien intentó ser amable, incluso esbozando una sonrisa cordial como esas que usaba en las reuniones del trabajo.

—Aprecio tu preocupación, pero tengo todo bajo control, de todas formas quiero que tengas esto... —se acercó al chico y le extendió una de sus tarjetas—, compra algo sano para comer, no quiero que Inupi se alimente mal, y el café está prohibido, creo. —Fue necesario hacer la aclaración porque justo Takemichi sostenía una taza de café en sus manos, también notó como los dedos del chico se habían crispado en el objeto con molestia. Tomó distancia en caso de que el omega decidiese que el café estaba mejor en la chaqueta de Koko.

—Oh no, alfas dominantes y tontos, pensé que tenía suficiente con Mikey —Takemichi rodó los ojos y tomó la tarjeta de todos modos, el dinero no se rechazaba—, le pasaré tu mensaje. Pero, no estoy seguro de que acepte irse contigo y menos si lo dejas tan temprano, ¿Quién madruga tanto?

—Tengo que cumplir mis deberes, solo asegúrate de cumplir el tuyo.

Takemichi jadeó, indignado, y le lanzó algunas maldiciones antes de que finalmente el alfa abandonara el apartamento.

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora