Koko; Capítulo 2.

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Un día más en el caminaba por las mismas calles descolorida y vislumbraba las mismas vitrinas, alrededor no había nada interesante, como siempre, sin embargo, era muy tranquilo. Se dirigía al trabajo, mientras revisaba en el móvil las noticias del día. Llevaba la misma rutina años enteros y le aburría tanto como vivir, pero al tener gustos caros, debía hacerlo. El único desvío que tomó antes de llegar a la oficina era la visita a su cafetería favorita, entonces pedía el mismo café sin azúcar y el mismo panecillo de queso; le atiende la misma barista de todos los días, la omega le sonreía, y en los casos en donde era más valiente, le preguntaba si quería un mensaje en el café, y él la ignoraba para retomar su camino.

Hajime Kokonoi era un alfa en todo el sentido de la palabra, ¿común? Tal vez, tenía su propio atractivo y un rostro perfilado. El cabello corto, formal, no ocultaban sus ojos gatunos que le daban un toque misterioso. Y tras una sonrisa burlona, ocultaba la falta de interés y las ganas de hacer dinero. En el fondo sabía que para eso había nacido.

El edificio donde trabajaba quedaba bastante cerca, desde la distancia podía ver las oficinas planas y sin gracia. Era socio y contador, prácticamente manteniendo a flote el imperio que construyeron desde abajo, junto a Sano Manjiro y tres personas más. Al entrar, al primero con el que se encontró fue con Haitani Rindou, el chico era su mejor amigo; al lado de Rin, estaba su hermano mayor, Ran. El tipo era más parecido a un perro guardián, aunque juguetón y payaso, tenía un horrible sentido del humor. Ran tenía una mano en la cintura y Kokonoi siempre pensó que se veía como un muñeco de vitrina, espeluznante.

—Buenos días, Koko, llegas dos minutos tarde hoy, ¿todo bien en casa? —preguntó el chico, el único omega del grupo de socios. Su olor era muy suave, tipo lavanda y miel, le gustaba, pero absolutamente no era su tipo.

—No me van a despedir por eso, ¿O sí? —sonrió sin gracia, mientras entraba al ascensor.

Koko tenía un récord perfecto de asistencias, así que todas las mañanas burlarse de ese tema parecía lo más interesante. Kokonoi revisaba su reloj y chasqueó la lengua al comprobar, que, en efecto, si llegó dos minutos tarde. No sabía de qué se preocupaba.

—Tal vez. —El omega se encogió de hombros y se acercó lo suficiente al hermano para susurrarle al oído.

Decidió restarle importancia, volviendo su atención al móvil y los reportes de ventas, sin dudas eran más interesantes. Las cosas iban bien como siempre. Koko era el mejor.

A pesar de ser un alfa joven, consiguió estatus y una buena posición en poco tiempo, sacrificó su tiempo libre y alguna que otra actividad extracurricular, pero no le importaba en lo absoluto mientras tuviera dinero en los bolsillos, casi actuaba por impulsos para conseguir más. Y en ese punto ya no podía detenerse.

Suspiró aliviado cuando llegó a su piso y se despidió de sus amigos, echándoles un último vistazo antes de desaparecer. Creyó escuchar el murmullo de Rindou: es un amargado. Pero eso no lo detuvo de seguir hasta encerrarse en la oficina. Allí tenía todo lo que necesitaba en completo orden y comodidad.

Le envío un rápido mensaje a Mikey, recordándole que debía ir a una reunión importante. Aunque los avisos al jefe no eran parte de su trabajo, le gustaba mantenerse al tanto de los asuntos de la empresa. Después de arreglar sus propios asuntos, se dispuso a trabajar como era debido. No más distracciones por el momento.

La historia de Koko no era llamativa, ni especial, vivió lo que cualquier niño de su edad y tuvo amigos con quienes compartir. Todo iba bien, hasta que su familia entró en crisis financiera y le tocó aprender de negocios para ayudarles, como era el único alfa en una familia de betas, se sintió en la obligación de superarse y lo hizo muy por sobre su nivel.

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora