Koko/Inupi; Capítulo 31.

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Inupi no encontraba su propia voz, sostuvo con fuerza el móvil entre sus dedos, temiendo romperlo. Su cuerpo tembloroso era presa del pánico, ahora que sabía que la había cagado en grande, tenía ganas de desaparecer de la faz de la tierra, y se lo merecía por no ser capaz de controlar su lengua.

—Por favor, Koko. No vengas —suplicó Inupi al recuperar el habla.

No estaba preparado —y jamás lo estaría—, para enfrentar a Kokonoi. El omega debía hacerse responsable de sus actos y sobrellevar el hecho de que estaba embarazado, pero sentía muy dentro de sí, que no era el momento. Entonces, ¿cómo sería capaz de decírselo al alfa?

Para colmo, Koko no dio su brazo a torcer y mantuvo firme su posición, Inupi no podía verlo, pero podía sentir por la pesada respiración del otro lado que Koko tampoco la estaba pasando bien.

—Te dejé ir cuando ocurrió el beso, ¿lo recuerdas? —Y vaya que Inupi lo recordaba, fue el comienzo de su caída. Cerró los ojos y suspiró, permitiendo que el alfa continuara con su diatriba—, también me fui cuando me lo pediste después de tu celo, todavía sabiendo que necesitábamos hablar, me fui. Lo peor pasó cuando te dejé ir con Draken ese día, me sentí culpable después, ¿por qué crees que te escucharía ahora?

De nuevo Inupi se quedó sin palabras. En parte Kokonoi tenía razón. No habían tenido tiempo de hablar de nada, todo había ocurrido demasiado rápido en realidad, sin embargo, el omega seguía teniendo miedo del rechazo, que Koko lo dejará de lado y rompiera cualquier vínculo que hubiesen construido tanto como compañeros de juego como de amigos. Esa conversación pendiente era eso, ¿verdad? Lo iban a rechazar. Del otro lado de la línea hubo ruidos, algunos roces de telas y pasos. Luego cuando una puerta se cerró de golpe, Inupi se sobresaltó y supo que pasaría, Kokonoi iría a buscarlo.

Se levantó de la cama de un salto y se miró a sí mismo, era un desastre con su ropa arrugada y los pies descalzos. Se tanteó los cabellos y ni una sola de sus hebras estaba en su lugar, gimió frustrado, queriendo darse golpes contra la pared, aunque suponía que eso no le gustaría al bebé.

—Es el apartamento de Takemichi, no puedes aparecerte aquí de madrugada. No estoy seguro de que Mikey esté aquí, pero te pateará el trasero. No cometas esa locura, eres un tipo más inteligente, Koko —murmuró Inupi cuando volvió a tener voz.

Kokonoi no le respondió de inmediato, pero seguía del otro lado de la línea. Los ruidos continuaban y se hacían más difíciles de descifrar, en ese punto ya no sabía que hacía el alfa.

—Esto no puede esperar, lamento está vez no poder cumplirte.

Y colgó.

Hajime Kokonoi le colgó.

Trató de llamar de nuevo varias veces, solo para ser ignorado. Inupi tembló de pie en el frío piso de madera, sin saber que hacer a continuación.

¿Debería despertar a Takemichi? No, definitivamente no lo haría. Inupi era un adulto que podía solucionar sus propios problemas.

¿Llamar a Akane? No iba a alarmar a su hermana a las tres de la mañana.

Lo mejor que pudo hacer en ese momento de tensión fue volver a la cama y rogar en silencio por un milagro. Mordisqueó su labio inferior y tan estresado como estaba, no pudo quedarse quieto en un solo lugar; dio varias vueltas en el colchón hasta que no lo soportó más y se levantó, incapaz de obtener un poco descanso.

Seguro y había despertado a Takemichi con sus pasos apresurados por todo el apartamento. Su viaje al baño y a la cocina por un poco de agua, pero Inupi no pudo pensar mucho en ello. En su cabeza solo revoloteaba la idea de que el alfa estaría con él pronto.

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora