Inupi/Koko; Capítulo 15.

2.1K 370 125
                                    

Inupi andaba en círculos alrededor del apartamento, perdido entre el nerviosismo y las ansias. Revisaba que todo estuviese en orden, tantas veces que ya había perdido la cuenta; acomodó los cojines sobre el sofá por tercera vez, cambiándolos de lugar en cada oportunidad. La manecilla del reloj corría rápidamente, dejando al pobre Inupi en ascuas. Kokonoi llegaría pronto y no se sentía listo para recibirlo y, conociéndose, no lo estaría nunca.

En una situación normal no habría levantado un dedo para limpiar, era un vago de primera; pero ese día dejó el apartamento reluciente: su habitación impecable y con las ventanas abiertas, para que sus densas feromonas se aplacaran, los platos limpios, el baño brillante y hasta se había bañado temprano para tener tiempo para peinarse.

Como Akane le había avisado que llegaría un poco tarde, por asuntos que según ella calificó como un: "No te interesan, Seishu", Inupi aprovechó para actuar con más libertad y esconder cualquier prueba que lo involucrara con el juego, incluso lo había ocultado de su computador. Era mejor prevenir que lamentar. Sin distracciones de por medio, Koko podría pasar un rato agradable. El único que lo visitaba era Takemichi, pero su mejor amigo no criticaba su modo de vivir.

Finalmente, alguien tocó la puerta y supuso que ese era Koko. Se detuvo un segundo, inhalando profundo para ocultar cualquier rastro de nerviosismo, su olor podría delatarlo y no estaba siendo muy sutil que digamos. Se movió hasta que su mano tomó el pomo y lo giró con lentitud, el rostro sonriente de Kokonoi fue lo primero que vio, luego su atuendo más casual de los que había visto con anterioridad. Se veía tan guapo.

—Oh, qué puntualidad —murmuró alegre el omega, con las mejillas un poco coloreadas.

—Esto no es nada, tengo el récord en la empresa por llegar temprano —dijo el alfa—. Ya estoy acostumbrado, años y años de trabajo duro.

—Ya veo... —Inupi se echó a reír un poco nervioso, quedándose de pie en medio de la puerta. Kokonoi al ver que el omega no se movía carraspeó, levantando las bolsas que traía en sus manos.

—Traje algunos bocadillos, ¿Me vas a dejar pasar? —preguntó Koko, regalándole una sonrisa tenue. Lo último que quería era que el omega se alterara.

—¡Lo siento! No suelo tener visitas —Inupi no sabía dónde meterse de la vergüenza, su torpe enamoramiento no lo dejaba pensar—. Soy tan descortés, si Akane estuviese aquí ya me hubiese matado —bromeó, haciéndose a un lado.

—Y yo que pensé que no me querías aquí —comentó Koko, bordeando alrededor de Inupi para entrar al apartamento. Había estado antes, pero no había tenido la oportunidad de detallarlo. El sitio no era ni grande ni pequeño y el diseño era el estándar en apartamentos de esa zona, sin embargo, olía bien, tenía el aroma de Seishu por todos lados. Si fuera un desvergonzado, ya hubiera hundido su rostro en el cuello del omega... ¿por qué diablos pensaba eso?

—No sé cuál es la imagen que tienes de mí, pero soy un omega simple y adorable. —Se acercó al alfa y tomó, con su permiso, las bolsas de sus manos; luego las llevó a la cocina que estaba solo a un par de metros de distancia.

—¿Simple y adorable? Vaya, según lo que me cuenta Akane, das miedo.

—Ella exagera, créeme —dijo Inupi desde la cocina, ¿quién más que él mismo para saber cómo era? Dejó las bolsas sobre el mesón, pensando en abrirlas cuando tuviese hambre, por el momento, no dejaría sola a su visita—. Según mi propia hermana, soy un ermitaño que no es capaz de salir de su zona de confort.

—¿Y eso es cierto? —preguntó Koko, asomándose por los pasillos en busca de Akane—. Hablando de ella, ¿ya llegó? salimos casi al mismo tiempo, no creo que los Haitani la hubiesen retenido.

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora