Koko/Inupi; capítulo 34.

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Concentrarse esa mañana era una misión imposible. Desde que dejó a Seishu en el apartamento de Takemichi, Koko no pudo concentrarse en nada más. Estaba lo suficientemente distraído para no haber adelantado sus pendientes y, que decir de deshacerse de la sensación opresiva en su pecho. Era como si su lado alfa le estuviese recriminando por haber dejado al omega solo, sobre todo si estaba embarazado. Y vaya que el embarazo era otro tema que le preocupaba, Koko con un hijo de Seishu. Sonaba tan irreal como grandioso.

Pasó sus manos por su rostro para tratar de relajarse y por último aspiró una larga bocanada de aire que luego expulsó con pereza, había leído que funcionaba con los nervios, pero definitivamente no ayudaba en su caso.

¿Podría renunciar a sus deberes del día e ir en busca del omega? Definitivamente no, no podía.

Cuando recuperó la cordura después de los ejercicios y se estaba animando a continuar con el trabajo, una nueva distracción apareció. Seguramente era más informes que rellenar o documentos que firmar. Larga fue su sorpresa al ver que quien entró por la puerta no era nada más, ni nada menos que Rindou. Koko entonces relajó su expresión y esbozó una pequeña sonrisa.

—Te ves terrible, Rin —dijo sin remordimiento, recargando su cuerpo en la silla.

Rindou no le devolvió la sonrisa, al contrario, lucía tímido y eso era tan raro como las poses que solía hacer para llamar la atención. El omega miraba alrededor como si estuviese pensando que decir, aunque al final solo suspiró y se acercó al escritorio.

—Me siento peor, créeme, pero no importa ya. —Rindou sonaba tan triste que Kokonoi se preocupó.

Lo peor era que Koko no sabía cómo consolar a otro ser humano, era un asco para las relaciones sociales. Se conformó con darle su espacio y brindarle apoyo moral.

—Siéntate, descansa un poco, ¿quieres? —Señaló el sofá olvidado en un rincón de su oficina. Koko rara vez tomaba descansos en el trabajo, toda su atención estaba en los números y las cuentas. La primera vez se quejó de que en su oficina hubiese muchos muebles, ahora por fin les había encontrado un buen uso.

—Si estas siendo tan amable es porque sientes lastima por mí —dijo Rin sin gracia—, ¿sabías que Souta terminó conmigo? ¿es por eso qué estás siendo tan bueno?

Koko abrió su boca, sorprendido, no tenía idea del rompimiento. Y su pecho se comprimía por el hecho de que Rindou no creyera que de verdad estaba preocupado por él.

—No lo sabía y tampoco siento lastima por ti, nunca he creído que seas una persona débil, al contrario —respondió sincero—, ¿Por qué terminó Souta contigo? ¿Es por el bebé? —se animó a preguntar, ignorando la forma en la que Rin tembló por eso último.

—Eres el único que no cree eso —dijo Rin, y se tumbó sobre el sofá—, Souta me dijo que era mejor terminar porque no soportaba que Ran se interpusiera entre los dos, ¿Por qué mi propio hermano tiene que meterse en mis asuntos? No lo entiendo, parece que solo quiere que sea infeliz.

—En realidad no me sorprende la actitud de Ran, es un completo idiota —agregó Koko amargado, girando en su silla para quedar frente a Rindou —, ¿Crees qué hubo algo más? Es raro que Souta te hubiese terminado solo por eso, parecía genuinamente feliz a tu lado.

—No hay otra razón, Souta no me amaba tanto como decía —el omega parecía como si en algún momento se fuese a romper. Sus ojos estaban húmedos y su expresión se había endurecido.

Koko no quiso sonar tan brusco, pero algo no cuadraba en ese asunto. Sobre todo cuando Ran estaba de por medio.

—No lo sé, pero... debiste decirle del bebé. No te hubiese terminado si lo sabía, de todos modos, ¿qué harás ahora? ¿Piensas criarlo solo?

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora