Koko/Inupi; Capítulo 19.

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A Inupi le costó aclimatarse al ambiente festivo de la discoteca. La tenue luz y el bullicio de la música lo aturdieron a la primera, sumando el hecho de que había tantas personas juntas como feromonas flotando el aire; era una espesura abrumante y apabullante que tenían al omega con los nervios de punta. Inupi estuvo tentado a decirle a Kokonoi que lo llevara a casa, renunciar a la libertad que se había atribuido esa noche, sin embargo, fue Rindou quien lo tranquilizó, colocando sus manos en sus hombros y sonriéndole, para luego ofrecerle bebidas relajantes: cócteles que seguro le gustarían y bueno, ver tantas mezclas raras de colores lo animó, además de que los olores eran ricos, frutales. Su estómago se asentó poco a poco, mientras se acostumbraba al tumulto.

—¿Te sientes mejor ahora? —le preguntó el alfa, ligeramente preocupado—. No quiero decir esto, pero: te lo dije. No estás acostumbrado a estos lugares y es natural que te sientas mal.

—Estos cócteles son milagrosos, nunca los había probado —mencionó el omega, revolviendo una copa con un líquido azul en su interior, brillaba como si tuviese una estela de estrellas dentro—. En serio estoy bien, te ves lindo preocupado por mí.

—No bebas mucho que no quiero arrastrarte a casa —dijo Kokonoi, frunciendo el ceño—, me siento responsable por ti, por eso estoy preocupado.

Inupi se rio de la actuación de Koko, quien tenía el rostro contraído y los lindos labios torcidos; estaba sentado tan recto en el banquillo del lado que no parecía que estuviera en una discoteca, más bien daba la impresión de estar en una oficina cumpliendo un deber.

—Tú deberías beber un poco más, no seas aguafiestas.

—Lo último que necesito es una resaca en horario laboral, gracias. No me apetece.

—¿Qué edad tienes? — preguntó un divertido Inupi, volviendo a reír cuando Koko le empujó una nueva bebida y lo miró con una advertencia que, aunque era aterradora, no lo asustó ni un poco y solo continuó molestando—, actúas peor que Akane cuando está en su papel de adulta responsable.

—Tal vez por eso me gusta ella.

Inupi se tensó, mirando a Koko con una mezcla de incredulidad y tristeza. De entre todas las respuestas, esa era la última que esperaba escuchar esa noche. Y estaba seguro que el alfa se estaba arrepintiendo de ello, puesto que sus labios se cerraron en una fina línea y sus ojos revoloteaban alrededor como si estuviera buscando una forma de disculparse, no obstante, no dijo nada. Inupi inevitablemente ladeo la cabeza, prefiriendo enfocarse en cualquier cosa, lo que fuera con tal de ignorar la punzada de dolor en su pecho y la sensación de que estaba fuera de lugar, de nuevo. Una parte de él sabía que Kokonoi solo lo había invitado para quedar bien con su hermana y sus amigos, no por él.

Cerró los dedos con fuerza sobre la copa, aguantando las ganas de voltear a ver al alfa. Tenía la sensación de que él seguía mirando en su dirección. No quería darle la idea que lo había lastimado, aunque ese fuera el caso. Para su alivio, un Rindou y Souta, risueños y sudorosos, se acercaron a la mesa que el grupo compartía, dando a Inupi la oportunidad de recomponerse.

—Vengan a bailar, se están perdiendo la diversión —agregó Rin, con una sonrisa tan amplia y radiante que seguro que iluminaba toda la discoteca. Su cabello con un extraño corte estaba pegado a su frente, resaltando sus mejillas rojizas por tanto bailar con el alfa. Le echó un vistazo al acompañante de Koko y frunció el ceño—: ¿Por qué Seishu parece triste?

—No lo estoy, esta es mi cara de siempre —respondió el omega por su cuenta, viendo de soslayo a Kokonoi. Intentó sonreír, pero fracasó cuando lo único que le salió fue una mueca.

—No seas entrometido, Rin. —El alfa chasqueó la lengua, malhumorado.

Inupi se sintió peor por arruinar la noche, incluso se iba a disculpar por eso, sin embargo, algo distrajo la atención de Rin, una llamada inesperada. Lo vio sacar su móvil del bolsillo delantero de su pantalón y, luego mirar la pantalla. Todos alrededor pudieron notar el cambio de su expresión, primero con sus ojos muy abiertos y después, como en cámara lenta sus labios se curvaron con nerviosismo, incluso su olor se volvió un poco más amargo; ese comportamiento era difícil de ignorar en alguien como él.

Lover Game// KokoInu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora