⁶ 🪐 Patadas.

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La semana 23 llegó sin que ellos se dieran cuenta

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La semana 23 llegó sin que ellos se dieran cuenta.

Las semanas pasadas estuvieron cargadas de emociones y aventuras que siempre recordarían con cariño a pesar de la situación.

Como la primera vez que Sanzu presentó calambres y ni siquiera sabía que los estaba teniendo, golpeó a Muto tanto como pudo por eso. Los antojitos que iban directo a la cama y que siempre comenzaban por el hambre del pelinegro. Los gritos extraños que solía dar el pelirosa en la madrugada mientras dormía. También mientras hacia actividades sencillas, como las salidas en la mañana antes de que el mayor se fuera al trabajo, se cansaba muy rápido después de tomar cortos recorridos.

A veces sus piernas cedían de golpe y tenía que estar cerca de alguien o algo que pudiera evitar su caída.

Viéndose en esa situación de peligro, se auto-proclamó dueño de la mitad de la oficina del pelinegro y dado a que tenía un gran espacio libre al mayor no le quedó otra opción que ceder el lugar hasta adaptarlo a las necesidades del pelirosa.

Por lo que ahora, mientras Muto permanecía mirando algunas cosas en su computador tenía a Sanzu a muy pocos metros de él, comiendo mientras ve una película pasando la hinchazón de sus pies luego de ir a desayunar con sus amigos.

Después de quejarse por la sensibilidad en su pecho y otras cosas, como la aparición de una extraña línea en su vientre que, por lo que le dijo su obstetra, no debía preocuparse al estar presentando un embarazo saludable siguendo la dieta de alimentos y medicinas que debía recibir. Lo que sí debía tomar con cuidado era la gastritis y el estreñimiento que comenzó a molestarlo.

Tenían eso bajo control, la cantidad de consultas que habían tenido con distintos profesionales con tal de llevar las cosas con calma mostraban buenos resultados.

Igual les dieron el aviso de que debían estar atentos a algo importante en cuanto al avance del embarazo.

Y ahí estaban, esperando.

— Muto-San~ —llamó haciendo caer una bolsita de papitas— Muto~

El nombrado volteó sin hacer contacto visual, dando a entender que escucharía cualquier cosa que le dijera.

— Creo que se me movió una tripa.

Yasuhiro lo miró con confusión— ¿Qué?

— ¡Sí! Te lo juro, algo se movió.

El pelinegro se levantó de su asiento para dirigirse al sofá donde reposaba su lindo muchacho.

¿Será posible...

— Me voy a morir.

— No te vas a morir.

— ¡Pero se movió, eso es señal de que voy a morir! —sollozó— No fue como esas veces que el fetito se movía, así que eso es señal de que voy fallecer.

El pelirosa pataleó haciendo un puchero con los brazos cruzados, mostrándole la lengua poco después.

— Déjame comprobar algo.

Con delicadeza levantó la camisa ajena, descubriendo que era de su pertenencia, para colocar la palma de su mano sobre el vientre ajeno, un hábito que había tomado al dormir y cuando tenía al menor sobre sus piernas.

— Tu mano es muy caliente.

— Y no solo mi mano.

Haruchiyo se sonrojó antes tales palabras luego de reírse, colocando con timidez su mano sobre la otra, disfrutando con los ojos cerrados de la pequeña caricia que producían los dedos ajenos.

Hasta que lo sintió.

Fue igual que el movimiento anterior, le provocó algo de dolor, no fue como los anteriores y típicos movimientos leves que le generaban incomodidad y que le estuvo ocultando al mayor con tal de no preocuparlo.

Fue un golpe.

Ese movimiento realmente fue un golpe.

Una jodida patadita.

— ¡Mi bebé pateó!

El grito dolió en el oído de Muto pero lo dejó pasar, todavía seguía anonadado por el golpecito que había sentido directo en la mano.

Y se repitió.

Fue leve pero fue lo suficiente fuerte como para sacarle las lágrimas a los dos y dieran el paso más grande que su relación pudo haber tenido.

No saben exactamente qué pasó (o sencillamente no lo quisieron aceptar al momento) y cómo terminaron así, pero Muto unió sus labios con los de Sanzu de forma suave, iniciando un corto beso que finalizó cuando un beso fue depositado en la frente del pelirosa.

"Joder, había esperado tanto para esto, gracias por facilitar el avance fetito, te voy a premiar después, ¿Quieres huevitos con Nutella?".

Se abrazaron, estuvieron así un rato. Ni siquiera se percataron de que Shion entró a la oficina a dejar una pila de documentos, que probablemente eran su trabajo, hasta que se retiró de la oficina en completo silencio.

Ellos siguieron en su burbuja, abrazándose y dejando cualquier tipo de responsabilidad de lado con tal de transmitir todo lo que sentían.

La alegría, la satisfacción, el querer y el amar fluyendo por cada uno de sus poros, aliviando parte de sus inseguridades por la comodidad que producían entre sí mismos.

Sería raro, y dado el caso, debían agradecerle al fetito.

Habían dado un paso grande a raíz de una patada.

Una patada que fue seguida de otras, probablemente un recordatorio de que el bebé estaba ahí presente y que no debía ser olvidado.

Así lo interpretó Muto, quien después de volver a besar los labios del pelirosa pasó a dar un tímido beso sobre el vientre ajeno, donde otra patada tuvo acto de presencia.

— ¡Esa me dolió criatura mal agradecida!

Sin duda, buen día.

Ambos recordarían con tanto cariño como de la boca de Sanzu salió algo tan Sanzu al ser él quien dió el paso arriesgado para ser una pareja oficial.

— Llama a mi suegra para que llore ahora y no llame para llorar mientras terminamos de hacer los bracitos al bebé, —susurró besando su mejilla— tenemos que celebrar que a parte de ser padres, somos novios, ¿No?

El pelinegro asintió, aguantando sus ganas de reír mientras marcaba el número de su madre y pensando.

"No me quejo pero, ¿Cuándo dije que sí? O en todo caso, ¿No era yo quién debía hacerle la pregunta?"

Uhm, preguntas que jamás obtendrán respuesta.

Uhm, preguntas que jamás obtendrán respuesta

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little cheesecake!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora