⁵ 🎐 Dudas/Miedos.

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A todo esto

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A todo esto.

Cualquiera se estaría preguntando cómo de la noche a la mañana Sanzu aceptó su embarazo y decidió continuar con el arduo proceso que llega a ser, justamente, un embarazo.

Nunca fue una persona que hablara de sus inseguridades a toda voz, al contrario, mientras más callado pudiera estar resultaba ser mejor, aprendió muchas cosas luego de hacer eso y una de esas, es que él no tiene un puesto importante en la vida de las personas, que solo es un objeto que existe y ya. Por lo que hacia lo posible por pasar desapercibido y no ser una carga para los demás con sus problemas (los cuales había llevado sobre su espalda desde su amarga infancia) creyendo que quizás los ajenos valían más, procurando ser el payaso del grupo para alegrar el día de los demás aún cuando eso signifique agregar más peso a sus hombros.

Había algo diferente está vez.

Cuando confirmó su "actualización" e hizo cálculos mentales, su mente solo dió con la persona que le robaba todos sus suspiros y sueños, sus más torpes momentos y verdaderas risas.

Su amigo, amigo con el cual se besa, abraza, relaciona y otras cosas que no vale la pena detallar.

Son de esos que parecen recién casados.

Después de divagar por la ciudad se refugió en una habitación de cualquier hotel, rió, lloró, sufrió y gritó todo lo que quiso, temiendo muy dentro de sí que le dijera lo peor.

Cuando pidió consejos sobre qué debería hacer frases como "debes abortar", "debes deshacerte de ese estorbo" o "aléjate de todos y desaparece" no le fueron de mucha ayuda, se desesperó.

Por lo pequeño que se sentía buscó a quien sabía que siempre iba a protegerlo y juró estar con él, siendo también la persona que lo metió en ese enredo.

No esperaba un mal comentario, tampoco esperaba algo bueno, él esperaba algo más... Yasuhiro Muto.

Incluso si el hombre permanecía serio después de la confesión, siempre fue silencioso y esta vez lo sentía más, pensó que lo había arruinado todo y que debía prepararse para irse de la casa con el corazón roto y las ilusiones perdidas.

Sanzu ni siquiera había notado cuando había empezado a llorar ante el silencio ajeno hasta que fue rescatado por esos enormes brazos, siendo protegido por su cálido tacto.

— No soy quién para decidir qué vas a hacer con tu cuerpo, sea lo que sea que decidas... Sanzu escúchame, —tomó su barbilla con fuerza para mantener el contacto visual— si no quieres tenerlo no voy a rogarte, si quieres abortar me aseguraré de que vayas a la mejor clínica y recibas atención de calidad. De igual manera, si quieres tenerlo, me encargaré de cuidarte tanto como este es mis manos para también cuidar a esa criatura.

Las saladas lágrimas fueron suavemente alejadas con los tibios dedos pulgares del pelinegro que todavía mantenía su rostro tranquilo.

En su mente la idea de abortar no estuvo de visita ni por quince minutos, no quería hablar de ese tema pese a que más de una vez lo comentó, él solo quería una repuesta para saber si debía continuar el proceso solo o si se haría cargo y lo acompañaría, no le molestaba la idea de tener un poquito de ese enorme hombre dentro suyo para después tenerlo entre sus brazos.

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