¹⁴ 🌧️ Llanto.

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Akashi Haruchiyo, mejor conocido como Sanzu Haruchiyo, ya tenía anotada su primera experiencia de maternidad

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Akashi Haruchiyo, mejor conocido como Sanzu Haruchiyo, ya tenía anotada su primera experiencia de maternidad.

Si bien no sabe qué pasó después que el bebé salió de su cuerpo, sabe que las cosas estuvieron tensas por un buen rato.

Dado a que desconocía el tiempo que estuvo teniendo fuertes contracciones todavía en casa, solo alcanzó a saber que estuvo dentro del hospital un total de 18 horas que a decir verdad, sintió como si hubieran sido más y a la vez, como si no hubiera pasado tanto tiempo. Menos sabiendo que su enorme vientre solo cargaba a una criatura, no dos como temía.

Tuvo fe.

Así que volviendo a las experiencias, dormir acostado fue lo más gratificante que pudo recibir después de tan arduo trabajo durante nueve meses.

Después de su siesta de 20 horas entró en pánico al abrir los ojos y darse cuenta de que su inmenso vientre había desaparecido. No el vientre, solo... El bulto.

Y a su alrededor no había nadie más que Muto, sin rastro del recién nacido.

— ¡Muto! —gritó, buscando cómo levantarse— ¡Muto Yasuhiro levántate!

El pelinegro reaccionó tarde, sobresaltado por el ruido.

— ¡¿Qué pasa?! —se acercó a la camilla— ¿Estás bien?

El pelirosa comenzó a morderse las uñas, negando con la cabeza— Me sacaron al bebé... ¡¿Dónde está mi bebé?!

Producto del estrés y el cansancio, probablemente también de la confusión generada por el sueño, ambos comenzaron a hacer un escándalo por la ubicación desconocida del bebé.
Sanzu culpando (y odiando con mucha fuerza) a su novio por ser tan descuidado y estar dormido mientras él se recuperaba.

Una enfermera que se preocupó por el ruido corrió hasta la habitación, encontrándose al pelirosa tirando del cabello al pelinegro que no hacía más que dejarse pegar, intentar vagamente soltarse y quejarse en voz baja, decir que eso la confundió fue poco.

— ¿Está todo bien?

— ¿Cree que algo estaría bien viéndonos en esta situación?

— Jé... No.

La mujer de baja estatura se apresuró en apartar a la pareja, teniendo suerte al no verse herida en el proceso, por un lado alguien que luchaba para no ser violento y por el otro alguien listo para terminar de perder los estribos.

— ¡¿Dónde está mi bebé?! —inquirió alterado el menor— ¡¿Qué le hicieron a mí hijo?!

Las lágrimas que brotaron de los hipnotizantes ojos azules del muchacho confundieron a la enfermera, dejándola sin palabras unos segundos mientras veía como el guapo hombre trataba de calmar sus lágrimas, disculpándose con ella varias veces por ese comportamiento.

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