¡Muto y Sanzu están tan sorprendidos!
Viviendo pequeños y grandes momentos durante toda la travesía de conocer a una nueva personita.
¡Su bebé!
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Lo que creyó que era malestar por abstinencia terminó siendo un embarazo no planeado.
"No está tan mal, digo, podría ser peor"
Debido a que su ansiedad estuvo de visita provocando temporadas de vómito, náuseas, sudoración e irritabilidad solo culpaba su antiguo mal hábito hasta la llegada de ese examen.
No tuvo una noche sencilla.
Discutió, rió y lloró con el pelinegro al no saber qué hacer, con el mayor pensando que Sanzu no había tenido el trabajo por dar positivo a sustancias de dudosa procedencia en su sangre.
Supo tranquilizarse cuando la realidad fue otra y al mismo tiempo, se vió espantado por eso mismo.
El problema finalizó días después mientras terminaban su discusión en la cocina, un sábado durante su ya quinta semana, una oleada de sensaciones florecieron desde el fondo de las entrañas del pelilargo mientras visitaba a sus hermanos. Se quedó quieto, incapaz de responder la reprimenda que había recibido por desaparecer, sentía que si abría la boca el primer alimento que ingirió de bebé saldría disparado.
Y probablemente no mintió.
Mientras su hermano mayor le preparaba un té para calmar sus nervios en cuanto llegó a casa, se tambaleó hasta encontrar su teléfono, buscando con desesperación el número del pelinegro con el que temporalmente se estaba quedando.
Su sobrino lo veía fijamente a lo lejos, como si supiera todo lo que estaba pasando con su tío.
— Sanzu, ¿Está todo bien? —hubo un corto silencio— ¿Necesitas que vaya por ti?
"Tan divino, siempre tan atento."
— No, no estoy bien.
El mundo le daba vueltas, había iniciado un nuevo estilo de vida que se debatía entre lo saludable y una extensa lista de pastillas para asegurar que todo salga bien.
Hacía huecos entre semana para no tomar nada con tal de huir de su adicción, quizás... Quizás ese fue su error.
— Voy a regresar, estaré dentro de 10 minutos frente a la casa de tu hermano, no cuelgues la llamada.
Si la situación hubiera sido otra, él se sentiría amado y protegido por ese gran hombre, pero el malestar que cargaba encima enviaba todos esos sueños por la borda.
— Sí... Oh mierda.
La primera arcada lo atacó, colocando una mano sobre su estómago y la otra sobre su boca, colocando sin cuidado el celular en un bolsillo de chaqueta.
