¡Muto y Sanzu están tan sorprendidos!
Viviendo pequeños y grandes momentos durante toda la travesía de conocer a una nueva personita.
¡Su bebé!
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Senju quería sentarse a llorar con el bebé.
La emoción que sintió al ver a su hermano cargando al bebé mirándolo con todo el amor que podría tener alguien tan extraño como Haruchiyo no pudo retener el chillido que escapó de su garganta, siendo ese el inicio del caos.
Yuzuha la reprendió con suavidad al igual que Yasuhiro, Takeomi se disculpó por ella sin razón, Haruchiyo la insultó y Oyuki... Probablemente la mandó al infierno entre tanto grito.
No evitó sentirse mal pero todo empeoró al darse cuenta de que su hermano mayor de cabello rosa parecía entrar en pánico.
Parecía una estatua, solo miraba al bebé llorar sin mover ni un solo músculo.
— Le vas a trasmitir tus nervios al bebé y vas a empeorar las cosas, como siempre.
El mayor de los Akashi no pensó demasiado en lo que había dicho hasta que vió las gruesas lágrimas correr por las mejillas de su hermano menor y su cuñado se levantó casi de un salto a cargar al bebé con mucha más confianza que antes.
Había notado el gran susto que se llevó su menor ante el repentino llanto, probablemente engañado con el sueño pesado que parecía tener el bebé.
La otra chica que solo había estado siendo espectadora empujó de forma suave a su novia, animándole a que ayudara a su hermano o en su defecto, que ayudara al pelinegro que seguía con el bebé en brazos.
La ojiazul sin saber muy bien cómo enfrentar la tensión en la habitación se dirigió a Muto, quien parecía estar arreglando algo del bebé.
Hizo bien en acercarse, al menos eso cree Yuzuha.
— Senju, ¿Puedes cambiar el pañal del bebé? Gracias.
— Pero yo nunca... ¡Muto, espera! —miró a sus dos hermanos— Nunca he cambiado un pañal.
Ahí estaba ella, mirando horrorizada al bebé.
— Ve con ella, —susurró Haruchiyo— yo... No sé qué me pasó, estoy siendo un idiota, cambia el pañal de Yuki, deja de perder el tiempo hablando conmigo, traidor.
— Hey, mírame, —susurrando, el mayor juntó sus frentes— nunca vuelvas a decir algo así, no estás solo en esto y estás siendo un idiota. Quizá no comprendo con exactitud cómo te sientes, pero me preocupo por ti y quiero ayudarte, no quiero volver a escucharte diciendo algo así.
El pelirosa volvió a llorar, comenzando a crear algo de tensión en el bebé que todavía tenía a su tía en frente.
— Muto, te odio, —lo abrazó limpiando sus lágrimas— cuando yo era un río seco, fuiste la lluvia que inundó todo.