Ante mis ojos veo pasar todos los recuerdos vividos en mi hermosa ciudad, Montería, hoy la dejo, dejo todo y a todos, aunque sea sólo por un año, pero tengo la esperanza de quedarme trabajando en la capital y ganar el prestigio que tanto deseo. Hace una semana recibí una carta de una de las mejores constructoras del país, Keaton Building, en ella me ofrecían una pasantia por un año, aprendiendo y ejerciendo lo que tanto me gusta, construir y diseñar, ni siquiera he terminado mi carrera pero por mi desempeño me han ofrecido ese empleo, ganar una buena suma de dinero y un apartamento amoblado. Aunque tengo que mudarme a la capital. ¿Qué más puedo pedir?. No entiendo tanta caridad, pero mi expediente les gustó y al ser becada fueron muy condescendientes. Tengo que aprovechar esta oportunidad, he desperdiciado muchas.
-Señorita, hemos llegado- anuncia el taxista con una sonrisa amable.
-Gracias, aquí tiene, quédese con el cambio-digo al apearme del auto y coger mi maleta y bolsas de viaje. Llego al aeropuerto con una hora de antelación, ¡qué puntual!. Me dirijo a la fila a recojer mi boleto ya pagado por la constructora y es en primera clase, nunca he estado en primera clase, mi bolsillo no se lo puede permitir, es más, suelo viajar en buses, mucho mas barato.
Me llevan a una sala, que espectacular es poquito, me ofrecen de todo, me decanto por agua con gas y frutos rojos, ah y un masaje en el cuello para despejar la ansiedad que me consume. Aunque al mirar a todos, me siento fuera de lugar, todos se ven tan elegantes en esta sala, los hombres en traje de sastre a pesar de hacer un calor abrasador, las damas, en vestidos entallados muy sobrios, mientras que yo enfundada en unos jeans tipo boyfriend, camiseta blanca con "what the hell" en mis pechos y mis converse verde biche. Mi cabello en un moño desordenado alto con mechas sueltas que combinan mi atuendo juvenil. ¡Qué mas da! Nadie me va arruinar esta felicidad, decido escuchar algo de Manuel Carrasco para relajarme y tarareo, pero algo me inquieta, a mi derecha un dios griego de unos 28 años, cabello rubio bien peinado, muy raro aquí, debe ser extranjero, ojazos verde esmeralda y por encima del traje puedo notar su cuerpo bien trabajado que me estremece el vientre... no me fijo en que estamos mirándonos y el me sonríe de manera muy sexy, hasta aquí llegué, acaba de matarme con solo una sonrisa. Se levanta y veo que es momento de abordar, estaba tan distraída pensando en ese cuerpo duro contra el mío. Calmate, Mel.
La azafata me conduce a un asiento super cómodo, con mesa al frente, asiento al lado y otro al frente aunque están vacíos, me trae otra agua gaseosa esta vez con limón y sal. Observo por la ventanilla y me despido de mi ciudad y mi pasado.
De aquí en adelante inicia una nueva vida, ¡allá voy Bogotá!

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Giros Inesperados
Подростковая литератураLa vida de Melissa, una chica de 20 años, becada en ingeniería civil y arquitectura toma un giro inesperado cuando recibe una carta para realizar pasantías en una de las mejores empresas del país, a causa de su excelente desempeño académico o eso cr...