Capítulo 20

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Después de dejarle los labios hinchados y rojos como cereza, nos decidimos a comer, yo me doy una ducha mientras ella prepara algo.

La observo mientras revuelve unos huevos en pijama y tarareando una canción de no sé quién, ella no para de decir "te quiero... porque no se que... te quiero" es hermosa.

Me sorprende viendola y su tez se enrojece, al igual que sus orejas.

Desayunamos y hablamos de su trabajo con Alejandro, se le ve feliz hasta que menciona a la madre de este, sus ojos caen ante la mención de esa mujer y siento como la rabia hierve en mi sistema, conozco a Regina hace mucho y sé que es una mujer ambiciosa, apuesto a que la insultó, desde que supo la verdad sobre Melissa no ha parado de maldecirla, antes no me importaba pero ahora que sé como es Melissa, no dejaré que esa mujer le haga daño.

-Will, Alejandro me dijo que no eras buena compañia para mí -susurra apenada.

Sabía que esto iba a suceder, Alejandro se metería en mi vida como lo ha hecho siempre, reconozco que me ayudó mucho y es mi amigo pero eso no le da derecho a interferir en mis asuntos o en los de ella, así ella sea su...
Hablaré con él, Melissa es una mujer madura que sabe lo que le conviene y lo que no.

-¿Y tu qué piensas de eso? -pregunto preocupado por su respuesta.
-Creo que tiene razón -contesta seriamente y siento un fuerte dolor en mi pecho- es broma, lo siento, no lo decía en serio- recalca con una sonrisa de oreja a oreja.
Siento que mi alma vuelve al cuerpo.
-Me asustaste, Melissa -digo consciente del dolor provocado por unos segundos que fueron eternos.
-Acaso no confías en mí, en todo lo que te he demostrado.
-Confío en ti más de lo que debería, ven aquí -la elevo rodeando sus piernas en mi cintura y llevandola al sofá.

Decido olvidar estos asuntos y disfruto el día con esta mujer, aún no somos nada, pero esperaré como salen las cosas, no quiero romper su corazón.

El día se va entre charlas, comidas, risas, besos, caricias. Ella quería ir más allá pero no quiero estar con ella hasta que sea el momento adecuado, por primera vez quiero hacer las cosas bien, ella se merece algo más. No quiero arruinar esto.

Al final de la tarde, nos despedimos, y la verdad no quiero separarme de ella.

☆☆☆

-Alejandro, ¿Qué rayos le hizo tu madre a Melissa?
-William, primero que nada, Melissa no es tu asunto.
-Es mi asunto desde que me pediste que la cuidara, que la vigilara.
-Te pedí eso como un favor, además te dije que la vigilaras, mas no que la sedujeras.
-¿Qué estás diciendo?
-No te hagas William, te conozco y sé que te tiras a cuánta mujer ves en el camino, y no quiero que le hagas daño -la rabia me consume en este instante y agarro a Alejandro por las solapas del saco arrojandolo a la pared más cercana; en sus ojos veo la confusión.
-Basta Alejandro, ella es la única que ve más allá de mis defectos, no dejaré que tu instinto fraternal y protector arruine lo que tengo y siento por ella -siseo dejandole en claro las cosas a Alejandro.
-Sueltame, sólo te digo que estás advertido.
-Y yo te advierto 2 cosas. Primero deja de meterte en mi vida y la de ella. Segundo, como tu madre la lastime, conocerá el monstruo que llevo dentro, sabes lo que he hecho, tu eres el único que sabe toda la verdad.
Me voy azontando la puerta de la oficina.
En ese instante, me encuentro a Regina caminando en mi dirección.

-William, tiempo sin verte, iba de camino a ver a Alejandro -saluda con entusiasmo.
-Regina, he estado ocupado -contesto dirigiendole una mirada de odio, parece no notar mi desprecio.
-Querido, tienes que venir a visitarme, así tomamos una copa y si pasa algo más, mejor.
Regina siempre se me ha insinuado, me ofreció dinero a cambio de placer aun cuando su esposo estaba vivo pero ella podría ser mi madre, y jamás traicionaria al Señor Gustav o a Alejandro.
-Tengo que irme, Regina -me despido dando largas zancadas hacia el parqueadero.

☆☆☆

Melissa.

Me siento tan bien que creo estar soñando, por fin conozco al verdadero William, y sé que esa adicción lo acecha, pero lo ayudaré.

Voy a la oficina de Alejandro destinada a darle una buena opción ecológica para el proyecto, se me ocurrió anoche.

Antes de tocar escucho discusiones.
-Te pido el favor que dejes a Melissa en paz.
-A la persona que arruinó mi matrimonio, eso nunca.
-Ella no hizo nada, aquí nadie tiene la culpa.
-Ella sí, esto no estaría pasando si no la hubieses traído.
-Hago la voluntad de mi padre, y no la privaré de lo que por ley le pertenece.
-Es una arribista, se aprovecha de todos, ojalá se fuera a acompañar a su madre al infierno.
-Mel... -escucho decir a Alejandro, me descubrió espiandolo.

Me siento mareada, Regina y él, estaban hablando de mí. Yo no he hecho nada, por qué esta mujer me acusa, el padre de Alejandro quería que viniera. No entiendo nada.
Me desea la muerte, siento una fuerte jaqueca apoderarse de mi sistema.
Necesito tomar aire, entro al ascensor y veo a Alejandro venir en mi busca, pero las puertas se cierran a un metro de él.
Él móvil suena y veo Alejandro en la pantalla, no quiero hablar, necesito estar sola, pensar.

Corro hacia afuera y una tormenta me recibe, no veo nada a causa de las gotas, estoy empapada y el frío me hiela los huesos.

Siento que alguien me hala por el codo, es Alejandro, trato de zafarme y pierdo el equilibrio, mis tacones resbalan en la acera y siento una fuerte sacudida en mis costillas, mi vista se nubla y la migraña aumenta...
un auto me arrolló, veo el logo de BMW a centímetros de mi cara, siento dolores desgarradores en todo mi cuerpo mientras el agua golpea mi rostro.

Mis ojos empiezan a cerrarse mientras dos pares de ojos me observan asustados, unos azul profundo y otros verde esmeralda.

-Mel, amor, no te vi, perdóname.
-Melissa...

Es lo último que escucho antes de caer en la inconsciencia.

Giros InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora