Capítulo 30

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Melissa.

Despierto abrumada por los sucesos de días anteriores.
Miro al hombre que está a mi lado, durmiendo con total tranquilidad.

No recuerdo como llegué hasta el estacionamiento de la constructora, ¿quién me dejó ahí?
Son muchas preguntas que se acumulan en mi mente y ninguna tiene respuesta, sólo sé que alguien me salvó.

Me deslizo de los fuertes brazos que me sujetan contra la cama, Will se remueve pero logro levantarme.
El despertador marca la medianoche y minutos más.

Voy hacia el armario buscando mi ropa y aún está empacada en las maletas.
Encuentro unos jeans y un suéter de lana, me los pongo y calzo mis converse.
Recojo mi cabello en una coleta alta y llevo mis maletas hasta el salón donde tomo el teléfono y marco el número de una agencia de taxis.

Vuelvo a la habitación donde veo a Will durmiendo y abrazando una almohada. Voy a la cómoda donde encuentro lápiz y papel y escribo una rápida nota con lágrimas en mis ojos, la dejo sobre la mesa de noche y la piso con la lámpara.

Me doy cuenta que el equipo de sonido está encendido con música de Arjona, lo cual es muy raro, y lo apago.

Me acerco a Will rozando mis labios con los suyos y me voy antes de arrepentirme.

Subo al taxi que me espera en la acera.

-Al aeropuerto, por favor -digo al taxista.

Tengo que volver a mi ciudad, tengo que aclarar todo, necesito pensar y alejarme de las mentiras.

Es lo mejor para todos...

☆☆☆

William.

-Preciosa, buenos días -estiro mi brazo buscando a Mel al lado derecho de mi cama pero sólo un vacío hallé- Mel, amor.

No recibía respuesta alguna, la esperanza de encontrarla en la bañera, me hizo correr sin que nada me detuviera, pero en la ducha sólo un baño de tristeza me esperó.

Tal vez esté en la cocina, al pasar por el vestidor, veo que sus valijas no están y presiento el final. Una nota en la mesa de noche capta mi atención y me acerco hasta ella.

La letra cursiva de Mel se hace presente.

Will:

Estoy en una red de mentiras y engaños, no sé quién es quién, ni siquiera sé quién soy.
Debo encontrarme y lo haré sola.
Gracias por todo.

-Melissa.

Arrugo en una bola el papel y la rabia, tristeza, decepción recorren mi cuerpo, lo que quería decirle al despertar queda atascado en mi garganta.
Sabía que todo no podía ser tan bueno.

Arranco las sábanas donde horas atrás nos envolvimos, destrozo todo lo que encuentro en mi camino, y el timbre de la casa me interrumpe.

Me había olvidado de Alejandro.

Me visto rápidamente con un bóxer negro y la camisa sin abotonar, me encamino a la puerta.

Alejandro entra acompañado por Wendy con sus manos entrelazadas.
La última se abalanza hacia mí.

-William, ¿Qué te ocurrió? Estás sangrando -dice mirando mis manos.

No sé en qué momento me corté pero mis nudillos sangran al igual que mi pulgar izquierdo.

-¿Qué pasa, William? -pregunta Alejandro a mi lado.
-Melissa se fue -respondo con la vista baja.
-¿Qué dices?
-Como lo oyen, mientras dormíamos ella se largó, dejó una nota que ya rompí -espeto con rabia.
-No puede ser -dice Alejandro pellizcando el puente de su nariz. -La nota decía que no soporta las mentiras.
-¿Tienes idea a donde pudo ir? -esta vez Wen pregunta.
-No lo sé -levanto la voz más de lo normal.
-Vamonos, cariño, trataré de averiguar donde puede estar -dice Ale agarrando a Wen por la cintura- Cuando estés bien, hablaremos.
-Adiós, Will -se despide Wendy acercándose a mí- hay que darle tiempo para que asimile todo lo que ha pasado.

Y con eso se van dejandome solo.

Agarro una botella de whisky, pero esto no es suficiente.
Me ducho rápidamente y me visto con un impecable traje.

Enciendo el convertible y me dirijo al casino más cercano.

Giros InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora