Capítulo 3

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-Recuerdos del acento argentino-

Junio 20, 2022

Liana

Decían "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente", pero lo que yo no entendía era si yo siempre me levantaba temprano y hacía todo lo necesario, ¿porque siempre me llevaba la corriente, y el tiempo siempre se me salía de las manos? Deberían de cambiar ese refrán, porque obviamente algunos camarones matinales son tratados injustamente por la corriente, ya que al final siempre los termina atrapando.

Hoy decidí ser un camarón matinal y prepararle a Violeta un desayuno apto para su edad y suficiente como para que no tuviera que pasar hambre. Le había preparado unas tostadas con mermelada de fresa, al lado un bol de fruta surtida, y un vaso de jugo de naranja. La niña terminó encantada y no dejó ni rastros de migajas en su plato.

Desde que me enteré ayer de que había bajado una talla, me había propuesto a mí misma levantarme todas las mañanas y preparar un desayuno nutritivo para ella. Además, ya solo faltaban días para que terminara el año escolar, y confiaba en que podía lograrlo hasta el último día, y después sería más fácil.

Siguiendo con la mañana, iba bien de tiempo. Le había ayudado a Violeta a vestirse y peinarse, le había preparado el desayuno, y habíamos cogido el autobús para llevarla al colegio. La dejé con la maestra Lucia tranquilamente... pero todo cambió al regreso.

El autobús que me traía a casa se tardó en venir, y en el transcurso había tráfico. Claro, el tráfico matutino, todos lo conocíamos. Literalmente, tardé una hora en llegar a casa. ¡Una hora! Y eso no fue todo. Venga, que faltaba más.

Resulta que el autobús que me llevaba hacia mi trabajo no iba a estar activo el día de hoy, y lastimosamente no había otro autobús que paraba por la calle en donde quedaba mi trabajo, por lo cual (lo adivinaron) me tocó caminar hacia el lugar.

Tienes tanta mala suerte.

Ni lo digas.

¿Había llegado al trabajo? No, todavía no.
¿Iba tarde? No lo duden.
¿Me echarán del trabajo? Creo que deberían de ir buscando una nueva camarera.

—Se simple, le decís que el tiempo se te fue de las manos y que tu hermanita pequeña necesitaba comer bien antes de llevarla al colegio. Oh, también que el autobús se encontró con mister traffic hoy— murmuro para mí misma, mientras caminaba apresurada por las calles de Queens—. Debe de ser comprensible, ¿verdad? Pero vamos, ni tú te crees eso Liana.

Niego con la cabeza, intentando pensar en más "excusas", o mejor dicho explicaciones, que le puedo dar a mi jefa cuando me pregunte porque estaba llegando casi dos horas tarde al diner de Denny 's. Sí, dos horas, y era una tremenda locura. Nunca antes había llegado a ese extremo.

Tal vez si rezabas, se te aparecía un milagro.

—¡Oye! ¡Cuidado niña!— choco, casi bruscamente, con una mujer que venía caminando.

—Perdone, hoy no es mi día— me volteo para disculparme, pero ella ya se estaba alejando, restándole importancia a mis palabras. Hago lo mismo y sigo con mi camino, ya que daba igual, siempre terminaría con mala suerte en la próxima hora.

Sigo caminando, y a estas alturas casi voy corriendo ya que siento que nunca llegaré al restaurante. Era como ir caminando en una cinta de correr eléctrica y el camino no se acababa, solo era interminable, e imposible de ver la recta final.

Tomo otra bocanada de aire, una de las muchas que he tomado para no perder la respiración yendo tan apresurada, mientras siento cómo mi cabello suelto se pasa sobre mi cara, como una cortina, ya que el viento matutino ha incrementado un poco. Intento soplarlo, pero al final solo termino por quitarlo con mi propia mano, quedando sin otra opción. Vaya, hasta las cosas tan pequeñas no colaboraban conmigo hoy.

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