Capítulo 28

4 1 0
                                    

-Recuerdos de un supuesto viaje a Costa Rica-

Septiembre 15, 2022

Martín

Retiro lo que había dicho.

Resulta que la actividad física sí era mi mejor amiga... además si se trataba de hacerlo con Liana.

Joder, podría hacerlo con ella hasta como una profesión... aunque, bueno, eso ya sería muy extremo y maniático. Claro.

Pero, de todos modos, estuvo maravilloso. Increíble. Gratificante. Perfecto.

Nos convertimos en un éxtasis explosivo la noche de ayer. Y las imágenes de ella no dejaban de reproducirse en mi mente.

Su cuerpo desnudo y la forma en la que arropaba el mío. Su piel caliente y encendida. Los lunares esparcidos por su cara, sus piernas, y su espalda. La forma en que sus manos se aferraban a mi espalda. Los sonidos que soltaba cada vez que entraba y salía de ella. Sus ganas de besar y lamer cada uno de mis tatuajes, tomándose su tiempo. La forma en que dibujaba círculos sobre mi pecho mientras se quedaba dormida.

Y como olvidar la forma en que respiraba mientras dormía, su mejilla reposando justamente donde estaba mi corazón, volviéndolo loco. Valió la pena quedarme despierto solo para sentir eso. Para sentir todo.

Hubiera querido amanecer con ella. Preparar el desayuno juntos. Verla portar una de mis camisetas y caminar por el apartamento solo con ella. Quedar embobado con su figura y guardar esa imagen de por vida. Seguido por otra sesión de sexo.

Pero luego caía en la realidad de que no vivía solo. De que no podía ofrecerle un amanecer bonito. De que lo nuestro no era algo estable.

Era una relación contra el reloj.

Una relación contra TU reloj, querrás decir.

Decido por fin levantarme de la cama. Le doy una última mirada a las sábanas desordenadas y cubiertas de su aroma, suspirando sin razón alguna. En mi desnudez me encamino hacia el baño, estirando mis brazos y mi nuca, para luego tomarme una ducha.

Me distraigo bajo el agua que se resbalaba por toda mi piel. En algún momento un pensamiento entrometido me hace imaginar a Liana junto a mí de esta manera. Al salir me cambio a unos pantalones y una camiseta negra, aun con las gotas de agua despojándose de mi cabello, y me encamino hacia la cocina.

Gabriel se encontraba tomando un café en la barra del comedor. Su cabello negro también se encontraba mojado. Supongo que acababa de echarse una ducha en el otro baño del apartamento. Tenía los brazos cruzados, mirando hacia el líquido dentro de su taza.

La tensión entre los dos ha bajado un poco desde nuestra última discusión, pero no quiere decir que nos hayamos olvidado de ello.

Al escuchar mis pasos, levanta la mirada.

—Buenos días— saluda con la cabeza.

—Buenos días.

—¿Se te pegó la colcha esta mañana?

—Hay que aprovechar los días libres.

—Para ti todos los días son libres.

—Cierto— me giro para darle la razón.

Le doy la espalda y me pongo a buscar entre los gabinetes. Saco una taza y un sobre de mate, luego abro el grifo de agua para poner un poco a hervir.

—¿No quisiste algo de mate?— hago plática.

—No, es muy raro cuando lo tomo.

—¿Y eso? ¿A qué se debe?

—Cuando vivís en otro ambiente, a veces no te queda otra pero que acostumbrarte al café.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora