Capítulo 7

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-Recuerdos de la cena accidental-

June 27, 2022

Liana

No sé en qué momento terminé metiéndome en esta situación.

Si fue en el momento en que me distraje y en vez de darle servilletas a Martín le di la nota de Violeta, o si fue cuando cruzó la puerta de Denny 's y todo a nuestro alrededor se esfumó, dejándolo como protagonista.

O tal vez... la conversación que tuve con Milagros fue el catalizador de este acontecimiento:

—¡Liana, ven un momento!— escuché como la voz de Milagros interrumpió la conversación "interesante" que estaba teniendo con Martín.

—¡Ahorita voy!— respondí—. No vayas a cometer una locura— le pedí con seriedad al argentino, antes de salir volando hacia la cocina.

Entré de manera abrupta, ya que Milagros estaba cuidando de Violeta en ese momento y solo se me ocurrió que una vez más las travesuras de Violeta habían explotado. Sin embargo, cuando entré no vi ningún desastre en la cocina, ni ningún cocinero gritando o irritado.

Solté una bocanada de aire, llena de alivio.

—¿Qué pasó?— le pregunté a Milagros.

Se encontraba de una manera tranquila reposando su baja espalda contra una mesa metálica, sus brazos cruzados, y una sonrisa torcida entre sus labios.

Hmmm... algo pasaba por su cabeza.

Milagros era una de las mejores cocineras que trabajaba en este Denny 's, y tal vez hasta en todo Queens. Le apasionaba cocinar, y cada vez que preparaba un platillo, por más sencillo y corriente que fuera, lo hacía con dedicación y con amor. Yo le decía que buscara un restaurante a la altura de su experiencia, pero nunca me hacía caso.

Nos llevábamos bien, era la única amiga que tenía actualmente, y se había ganado mi confianza en estos dos años que llevamos trabajando juntas. Era muy agradable. También era realista y decía las cosas directamente y como se debía. En eso logramos coincidir.

Milagros era de El Salvador, por lo cual nos entendíamos en muchas cosas. Siempre me contaba sobre sus paisajes bonitos, su gente trabajadora, y su cultura distinguida. Uno de sus mayores sueños era dejar en alto el nombre del país cuando se convirtiera en chef profesional. Le prometí que un día iría con ella a San Miguel —el departamento de dónde era su familia— así mismo como ella ya planeaba acompañarme a Managua y Granada cuando yo fuera a Nicaragua.

Me acerco más a ella, intrigada.

—¿Pretendiente tuyo?

—¿De qué hablas?— fruncí el ceño, no teniendo idea alguna sobre lo que se refería.

—El chico con el cual te encuentras discutiendo sobre una fotografía— le di una mirada de "¿cómo has escuchado todo?"—. Sus diálogos se pueden escuchar a través de estas puertas.

—Chica metiche— le acusé con mi dedo índice, ella esbozó una risa. 

—Vamos, es obvio que por más que discutan al chico le gustas.

—Sí, claro. Le gusto... pero como un títere que puede molestar a cada rato— exageré.

—No exageres, Liana. Y mejor dime, ¿quién es el argentino? Que mira que él no es de nuestros comunes.

—Y tampoco es uno de mis comunes— murmuré entre dientes—. Es más un desconocido que sigue cruzándose en mi camino, desgraciadamente.

—O quizás por causa del destino— canturreó, rodeando la mesa para comenzar a cortar unas fresas que se encontraban en una tabla de cortar.

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