Capítulo 19

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-Recuerdos del picnic con sabor a amores antiguos-

Agosto 6, 2022

Liana

—Mira, encontré esto en el buzón de mi casa hoy por la mañana.

Mi jefa me tiende un papel para que lo vea, luego de que me haya llamado para conversar en su oficina.

Comienzo por leer lo que dice, pareciendo una carta, y con solo leer las primeras dos oraciones es suficiente para mí. Bajo la hoja de mi vista, y suspiro frustradamente.

—Quieren hacerme preguntas sobre tu desempeño aquí— tomo asiento delante de su escritorio—. Sé que no es de mi incumbencia, ¿pero porque te están demandando?

—Es una larga historia— suspiro.

—Tienes tiempo. Bueno, no mucho, pero cuéntame.

—Le haré un resumen: mi tía, que es mi único familiar aquí en Queens, quiere quitarme la custodia de mi hermana porque piensa que no estoy capacitada para cuidar apropiadamente de ella. Y como ya estuvo a cargo de ella antes, piensa que logrará quitármela.

—Ya veo.

Piensa unos momentos, haciendo resonar el lápiz que tiene en su mano sobre el escritorio. Sé que mi situación no es la mejor, y ella también lo sabe, reconociendo como Violeta ha tenido que adaptarse a mi horario de trabajo.

—¿Y has conseguido un abogado?

—No, y no creo que lo pueda hacer en tan poco tiempo. Además, todos los abogados que encuentro o están ocupados o son muy costosos.

—Vaya, Liana— acaricia el puente de su nariz—. ¿En qué te has metido?

—Yo tampoco esperaba esto, y ahora que quieren conversar con usted, veo que me encuentro contra la espada y la pared.

—No digas eso, seguramente encuentres una solución.

—Ya quisiera. Pero cada día tengo menos esperanzas. Yo no quiero defraudar a Violeta, pero no puedo ni encontrar abogado, mi tía es una terca, las reuniones de devuelta a la escuela han iniciado, y yo siento que... ¡que ni puedo respirar!

—Liana, cálmate. Cálmate por favor— detiene mi mano luego de que la haya golpeado contra el escritorio.

—Lo siento— cierro mis ojos, negando con mi cabeza—. Y lo siento si la tienen que involucrar a usted también. Pero puede ser lo más honesta que quiera cuando vengan a interrogarla, yo no le reclamaré por decir la verdad.

—No te voy a hacer eso.

—¿No?

—No— niega—. Yo en algún momento fui madre soltera, y puede que tú no lo seas, pero lo estás intentando. Sí, algunas veces llegas tarde y hasta debes de traer a la niña, pero aun así veo como pones tu mejor pie al frente y te esfuerzas a dar lo mejor que puedes con lo que tienes. Muchas personas no pueden con tanto, pero tú me has demostrado lo contrario. Y eso es lo que pienso decir cuando me interroguen.

¿Era esta mi jefa? Aunque apreciaba mucho sus palabras, se me hacía alucinante recibir comentarios buenos de su parte. Siempre se mostraba seria, objetiva, raras veces veía que sacaba su lado sentimental.

—Ahora, vuelve a tu puesto tranquilamente, y no te preocupes tanto.

—No prometo nada— me alzo de la silla—. Pero gracias por entender.

Hace un gesto con su cabeza, mostrando una pequeña sonrisa. Me giro y busco la perilla de la puerta, pero vuelvo a escuchar su voz.

—Ah, y toma— veo como abre un cajón para sacar una tarjeta. Me la tiende enseguida—, es de fiar, y creo que te puede ayudar en tu caso.

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