Capítulo 30

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-Recuerdos de lo que fue-

Septiembre 21, 2022

Martín

No sabía si reírme o comérmela a besos cuando la veo abrir la puerta.

Su cabello estaba hecho un desastre, parte pegada a su mejilla, y sus ojos seguían medio cerrados. Cualquiera que la viera pensara que caminaba dormida.

¿Me preguntaban a mí? Me parecía adorable.

—¿Sabés qué fecha es?— le pregunto.

—¡¿Por qué tocas la puerta así?!

Me sorprende cuando alza la voz. Pongo mi dedo índice sobre mis labios en señal de que guarde silencio, a lo cual solo me dedica una mirada asesina.

—Vos gritás más fuerte, no te quedás atrás. Pero... ¿sabés qué fecha es hoy? ¿Sí o no?

—Ehhh... — se rasca la cabeza— ¿21 de septiembre?

Riendo, saco mi móvil y le muestro la pantalla de bloqueo. La misma fecha que ha dicho aparece, y veo que solo reacciona con la misma cara de obvio que tenía anteriormente.

—Tres meses desde que nos conocimos.

Mi respuesta la despierta por completo, dejándola algo pensativa. Seguramente, no se creía el hecho de que ya habían pasado tres meses desde que nos cruzamos en el camino del otro.

El tiempo era un tema misterioso.

—Sí... ya veo. Pero, ¿qué con eso?

—¿Cómo que 'qué con eso'?

—Estoy prácticamente media dormida, Martín. Explícate mejor— se frota los ojos.

—Alístense. Nos espera un día largo.

Me mira intrigada. Y yo, como siempre, opto por mostrarle mi mejor sonrisa.

De niño, me decían que las mujeres se tardaban demasiado en arreglarse. Como refutación, mi mamá me decía que solo era una exageración que se hacía. Que las mujeres tenían buenas razones para tardar ya que los hombres nunca se vestían bien.

Obvio que, para ella, yo era la excepción.

Sí, sí, claro. Lo que diga el iluso.

Pero ahora que lo veo bien... ¡se tardaban como si se fueran a casar! Y yo por mi parte tenía un límite de paciencia.

—Ya estamos listas— aparece Liana junto a Violeta.

—Que rápido— sonrío—. Casi tiempo récord.

—¿Estás siendo sarcástico?

—¿Cómo estás, princesa?— me dirijo a Violeta, conteniendo la risa.

—¡Bien, Martín! Lia me dijo que saldríamos. ¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa. Pero apuesto que te va a gustar.

—¡Apuestas! ¡¿Vamos a apostar?!— se emociona.

—¿Sabés apostar?— frunzo mi ceño.

—En Monopolio, sí. Siempre le gano a Lia.

¿Por qué no me sorprende?

—Bueeeeno, ¿qué tal si mejor vamos andando?— interrumpe Liana, con una risa nerviosa.

Niego con mi cabeza. Supongo que tendremos que jugar Monopolio alguno de estos días.

Violeta se adelanta hacia la puerta, dejando a la luz lo emocionada que está. Hasta sus rizos sueltos saltaban de felicidad. Al instante, siento como Liana me detiene con su mano.

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