capitulo 11

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*ADVERTENCIA: Éste capítulo contiene narrativa explícita. *

Todo estaba pasando tan rápido... Era consciente de las manos de Minho en mi espalda, en mi cintura, aferradas a mis caderas. Sus labios besando con fiereza los míos mientras yo me aferraba a la poca cordura que me quedaba besándolo con la misma urgencia con la que él me besaba.

Su lengua invadía mi boca sin piedad. Minho se apartó de mí bruscamente y me miró a los ojos con una intensidad que no le conocía. Su respiración era tan agitada como la mía y el color miel de sus ojos parecía derretirse y fundirse en su iris oscuro. Por un momento, me quedé sin aliento. Había soñado mucho tiempo con sentir la mirada de Minho sobre la mía. Sentir la fuerza de su amor con sólo una mirada, y ahora estaba sucediendo. ¿Cómo había podido vivir tres meses sin ésos besos?, ¿Cómo había podido vivir tres meses sin estar entre esos brazos cálidos y fuertes?, ¿Cómo había podido vivir sin aquellos ojos color miel que me miraban como si fuera el único hombre en el planeta tierra?...

—Eres tú... Realmente eres tú —susurró roncamente. —. Tu cabello... —murmuró tomando un par de mechones entre sus dedos. —, lo déjate crecer. —su mirada se posó en mis ojos y yo asentí.

—¿N-No te gusta? —susurré, nervioso.

Una sonrisa lenta se deslizó por sus labios. —Me encanta. —susurró, acariciándolo lentamente.

Una sonrisa se filtró por mis labios y me puse de pie lentamente para cerrar la puerta, echando el pestillo. Cuando me giré sobre mis talones para encararlo, pegué un salto; estaba parado justo frente a mí. Su pecho obstruía mi campo de visión y alcé la vista para mirarlo a la cara. Había olvidado lo pequeño que me sentía a su lado.

Su cabeza estaba inclinada hacia adelante y sus ojos estaban fijos en los míos. Acarició mi brazo con las yemas de sus dedos y un escalofrío me recorrió la columna vertebral.

Enredé mis brazos en su cuello y me paré en mis puntas mientras lo besaba desesperadamente. Él correspondió mi beso, enredando sus brazos en mi cintura, estrechándome con fuerza contra su pecho. Podía sentir todos y cada uno de los músculos de su abdomen firme pegado al mío.

Una estela de besos recorrió mi mejilla hasta el punto donde mi mandíbula se une con el cuello, y entreabrí los labios involuntariamente, sintiendo cómo sus dientes se apoderaban del lóbulo de mi oreja.

Yo comencé a deshacer los botones de su camisa de lino mientras él besaba mi cuello. Las manos grandes de Minho deslizaron la camisa  por encima de mi cabeza, y comenzó a besar mi hombro. Yo deslicé su camisa por sus hombros y ésta cayó al suelo. Sus manos se posaron en mis mejillas y me besó profundamente mientras yo desabrochaba el cinturón de sus pantalones .

minho se deshizo de mis pantalones, dejándome en ropa interior. —Te amo —murmuró contra mis labios mientras sus manos apretaban mis pezones suavemente. Yo me arqueé hacia él, echando la cabeza hacia atrás, reprimiendo un gemido.

Deshice el botón de sus pantalones y los empujé por sus piernas hasta que él salió de ellos. Sus brazos se envolvieron en mi cintura y me levantó del suelo. Yo enredé mis piernas en sus caderas y sentí la calidez de su pecho y abdomen contra el mío. Mis piernas desnudas tocaban el material elástico de sus bóxers y mis manos estaban aferradas a su cabello.

minho me depositó cuidadosamente sobre el colchón y, sin perder más tiempo, deslizó mis bóxers por mis piernas; dejándome completamente desnudo sobre la cama. Él se levantó de la cama y me observó de pies a cabeza. —Siempre quise verte de ésta forma. —susurró, con la voz enronquecida por el deseo.

Yo sentí el rubor subir por mis mejillas y una sonrisa asaltó los labios de Minho. —Eres hermoso cuando te sonrojas. —susurró, y se dejó caer sobre mí.

Sus labios se apoderaron de uno de mis pezones mientras su otra mano acariciaba el otro suavemente. —Lucías hermoso con esa camisa—susurró mientras se apartaba de mi pezon para apoderarse del otro. —. Pero eres más hermoso desnudo entre mis brazos.

Sus labios encontraron los míos y yo deslicé sus bóxers por sus piernas. —Te amo, Minho—susurré mientras sentía una de sus manos viajar por mi abdomen hasta mi masculinidad.

Su mano encontró mi miembro y mi punto más sensible. Abrí la boca en un grito silencioso. Podía sentir la pesada mirada de minho sobre mí. —Te amo, bonito —susurró. —. Ahora abre los ojos. Quiero mirarte a los ojos mientras te hago el amor.

Yo abrí los ojos y me encontré con la mirada de Minho, en penumbra, sobre mí. Su mano trabajaba en caricias suaves y rítmicas mientras yo jadeaba suavemente, alzando las caderas para encontrar su toque. De pronto, me sentí abandonado de su caricia y pude sentirlo en mi entrada.

Su aliento cálido olía ligeramente a alcohol, pero no podía importarme menos. Sus labios estaban entreabiertos, sonrosados por el rose de nuestros besos urgentes; sus manos temblaban mientras se aferraban a mis caderas y vi mil y un emociones en su mirada. Su cabello estaba hecho un alboroto encantador y un rubor cubría sus mejillas, cuello y pecho. De pronto, empujó suavemente dentro de mí.

Mis labios se abrieron ante la sensación invasiva. Dolía mucho menos que la vez anterior, pero aún era extraño. Minho empujó un poco más y estuvo completamente dentro. Sus ojos se cerraron con fuerza y su frente se pegó a la mía, mientras nuestras respiraciones agitadas se regulaban. Cuando sus ojos se abrieron, lo único que pude ver fue adoración. Algo crecía dentro de mi pecho, era algo que no había sentido antes. Algo que dolía y al mismo tiempo me complementaba de una forma inexplicable. Lo amaba tanto que dolía. Lo amaba tanto que me quitaba el aliento. Lo amaba tanto que me enloquecía.

Sus caderas se retiraron de las mías y empujó suavemente dentro de mí, un gemido salió de mis labios ante la sensación placentera que experimenté. Definitivamente era diferente a la primera vez. Era más agradable, era más intenso... Y seguía siendo con él. Volvió a salir de mí un poco y empujó dentro. Mis piernas se enredaron en sus caderas y comenzó a moverse lentamente dentro de mí.

Sus ojos nunca abandonaron los míos. Sus labios nunca dejaron de susurrar mi nombre, y entonces, lo supe: mi corazón nunca había dejado de pertenecerle. Mi amor seguía siendo suyo y él seguía siendo el amor de mi vida.

Sin importar el pasado, sin importar lo ocurrido, sin importar las heridas, sin importar las cicatrices, yo le pertenecía y él me pertenecía a mí.

Sus movimientos se volvieron más intensos mientras pequeños gemidos se escapaban de mis labios entreabiertos. Podía sentir el placer extenderse por todo mi cuerpo; pero sobre todo, podía sentir algo cambiando dentro de mí. Algo que no estaba antes, algo que no sabía que podía sentir. Algo tan inmenso que me abrumaba por completo. No me atreví a ponerle nombre porque no era amor, era algo más allá del simple amor juvenil, del simple amor adolescente...

De pronto, me convertí en una masa temblorosa de terminaciones nerviosas. Todo pensamiento fue drenado de mi cuerpo y sentí temblar mis piernas enredadas en sus caderas. Lo sentí a él temblar también... Estaba tan cerca.

—Déjalo ir, Jisung—susurró entre dientes, y entonces, sentí mi cuerpo tensarse. El placer abrasador me consumió por completo y Minho atrapó mi particularmente ruidoso grito, mientras empujaba duro dentro de mí un par de veces más.

Entonces, él se tensó por completo y, segundos después, se desplomó sobre mi pecho.

Estaba agotado, mis párpados pesaban horriblemente y apenas fui consciente de cómo Minho me abrazaba contra su pecho. Inevitablemente, me quedé profundamente dormido.

El último pensamiento que me asaltó, fue el que había reprimido a lo largo de los tres meses que estuve separado de él: Lo amaba. Amaba a Lee minho con toda mi alma

aunque puedas verme|#2| minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora