capitulo 23

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Esperaba que la cena fuera incómoda. Esperaba sentirme tenso y nervioso, pero era todo lo contrario. Hyunjin y jeongin reían y tonteaban contagiándonos a Minho y a mí con su buen humor. Cuando me di cuenta, yo estaba riendo de los comentarios bobos y sin sentido que Minho y hyunjin se dedicaban.

A veces, me sorprendía a mí mismo mirando a Minho fijamente, observando su manera de sonreír, su manera de arrastrar las palabras al hablar, su manía de agarrarse el cabello y pasar sus dedos pulgar e índice por su labio inferior. Cómo se sentaba con el cuerpo encorvado hacia adelante, con los codos sobre la mesa, poniéndole toda la atención posible a mis comentarios...

Me sorprendí cuando me di cuenta de que estábamos tan cerca en la mesa, que podía sentir su rodilla rozando la mía suavemente.

Nos dirigimos al bar del pequeño pueblo. Era un lugar acogedor, alumbrado con pequeñas velas, haciéndolo romántico y rústico al mismo tiempo. Al fondo de la habitación, se encontraba un chico tocando la guitarra, cantando canciones románticas de moda. Pude reconocer la melodía de una canción que Jeongin solía escuchar e inmediatamente me enamoré del lugar.

No era del tipo de chico que salía a bares, pero definitivamente éste me hacía querer volver.

—Te toca —dijo hyunjin a Minho, entregándole las llaves de su Jeep. Él le guiñó un ojo y sonrió.

—Descuida. Lo tengo cubierto. —dijo, guardando las llaves dentro del bolsillo de su gabardina.

Jeongin y hyunjin se sentaron en una pequeña mesa para dos y mis cejas se alzaron con incredulidad.

—Si esos son nuestros amigos, no quiero imaginar lo que será de nosotros cuando tengamos problemas —dije negando con la cabeza al ver cómo mi amigo y su novio se sumergían en su propio mundo de besos y arrumacos.

Una risita ronca brotó de la garganta de Minho y yo le lancé una mirada irritada.

—Déjalos. ¿Tú no harías lo mismo si estuvieras en su lugar? —dijo él encogiéndose de hombros mientras nos dirigíamos a la barra. —. Quiero decir, estar en medio de la nada, con el amor de tu vida... Suena como a muchos arrumacos y besos para mí.

Una sonrisa se deslizó por mis labios y asentí lentamente. —Supongo que tienes razón. —dije, sentándome en uno de los banquillos altos.

Él se sentó a mi lado y le hizo una seña al cantinero. —Yo quiero una cerveza —dijo y su mirada se clavó en mí —, ¿tú?

Lo miré y entrecerré los ojos. —Vas a conducir, Lee minho, no se supone que debas beber. —solté, ignorando al cantinero.

—Será una cerveza —dijo, rodando los ojos—, una cerveza no le hace absolutamente nada a tu sistema.

Yo lo miré, dudoso.

—Confía en mí, sungie —dijo, sonriendo, pero noté la irritación en el tono de su voz.

Yo le devolví la sonrisa irritada y miré al cantinero diciendo—: Yo también quiero una cerveza.

El cantinero trajo dos botellas de vidrio y di un trago largo antes de hacer un gesto por la amargura de la bebida.

Minho miraba atentamente al chico que cantaba y podía ver cómo sus dedos marcaban el ritmo de la melodía suave que estaba sonando.

—Es bueno —dijo, antes de dar un trago a su bebida.

Yo miré al chico. Tenía una voz agradable, pero su voz no era, ni de cerca, comparada con la de minho. —No es mejor que tú —dije.

Su mirada se clavó en mi, con expresión horrorizada. —Ni siquiera me has escuchado. ¿Cómo puedes decir algo así? —dijo, con fingida indignación.

Una sonrisa suficiente se deslizó por mis labios y dije—: Claro que te he escuchado. Fui a verte una vez al bar donde tocas.

Los ojos de Minho se entrecerraron con incredulidad. —Mientes —tanteó, mirándome fijamente, intentando detectar alguna mentira.

Yo alcé una ceja con arrogancia. —Cantan canciones románticas, muy lindas por cierto. —dije, encogiéndome de hombros.

La boca de Minho se abrió con incredulidad. —No lo hiciste... —dijo, más convencido de mis palabras.

—¿Stray Kids?, ¿qué clase de nombre es ese? —me burlé, bromeando.

Una sonrisa se filtró en su expresión asombrada. —Realmente fuiste. —susurró, y noté el tono ilusionado de su voz.

Yo le sonreí de vuelta y asentí. —No sabía que podías cantar de esa manera. —admití tímidamente.

Pude notar cómo se ruborizaba y desviaba la mirada. Yo bebí un trago corto a mi cerveza y entonces, lo vi tomar de un solo trago el resto de su cerveza. Se puso de pie de golpe y se dirigió al chico que cantaba. Pude notar cómo intercambiaban unas palabras y mi ceño se frunció en confusión. El chico le entregó la guitarra a Minho, quien se sentó en el banquillo alto y se acercó al micrófono.

La gente en el bar lo miraba con curiosidad. minho se aclaró la garganta y su voz sonó por las bocinas ambientales del bar—: Buenas noches. Voy a tomar unos minutos de su tiempo para cantarles una canción de mi autoría. No sé tocar muy bien la guitarra, así que pido disculpas por ello —su mirada encontró la mía y no la despegó ni un momento —. Es una canción que escribí hace poco tiempo y... Quiero dedicársela al hermoso chico que me acompaña ésta noche.

Pude sentir las miradas sobre mí y sentí el rubor extenderse por mi rostro, pero no dejé de sonreír. No dejé de mirar a Minho. —Sabes que esto es para ti. Siempre ha sido para ti... —dijo.

Sin más preámbulos comenzó a tocar una suave melodía, tropezando con sus propios dedos en un diminuto momento.


Cuando me di cuenta, Minho había terminado de cantar. El rugido de los aplausos llenó mis oídos y me quedé ahí, clavado al suelo, con la mirada fija en él. Por un segundo lo odié. Lo odié por hacerme sentir vulnerable. Por hacerme sentir todo lo que estaba sintiendo. Por hacerme sentir como si flotara...

—¡BÉSALO, POR DIOS! —gritó una voz entre los gritos y aplausos.

Minho sonreía suavemente, apenado, mientras se acercaba a la barra. Se paró delante de mí y la gente comenzó a gritar enardecida.

—¡BESO!, ¡BESO!, ¡BESO!, ¡BESO! —gritaba la gente al unísono. Pude ver por el rabillo del ojo como jeongin y hyunjin nos miraban con sonrisas incrédulas y cómplices.

Minho se inclinó hacia adelante y su nariz tocó la mía. Mis ojos se cerraron con fuerza, esperando aquel beso. Esperando sus labios sobre los míos...

Un suave beso fue depositado en mi mejilla, muy cerca de mi boca y mi respiración se atascó dentro de mi garganta, mientras la gente gritaba y aplaudía. Pude escuchar algunos: "¡Eso no fue un beso real, bésalo!" y otros, "¡Vamos, bésalo tú, pequeño imbécil!"

Minho se apartó y me miró a los ojos, con una sonrisa vacilante dibujada en el rostro. Yo le sonreí tímidamente, intentando ignorar el rugir de mi corazón, el temblor de mis manos, el nudo de mi garganta y mis ganas de plantar mis labios sobre los suyos

aunque puedas verme|#2| minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora