capitulo 45

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Pasé los siguientes días en casa atendiendo la tienda, ayudando a mi mamá. Vendando mis ojos y practicando todo lo que le había enseñado a Minho alguna vez. Quería estar listo para cuando sucediera.

No quería pararme en la escuela. No estaba listo para afrontar la realidad. No aún...

Me encontraba leyendo un libro en braille, con la mirada fija en un punto en la estantería de las patatas fritas, cuando la campanilla de la entrada de la puerta, sonó.

Dejé el libro sobre el aparador y entonces, me congelé en mi lugar.

—¿S-Soobin? —tartamudeé, sorprendido.

—Cuando te dije que hablaras con Lee no quería decir que le destrozaras el corazón —bromeó pero no pude sonreír.

Yo bajé la mirada a mis manos y apreté los dientes.

—¿Cómo estás? —preguntó suavemente.

—He tenido días mejores —susurré.

—No te he visto por el campus estos días...

—Eso es porque no he ido al campus estos días.

Un suspiro brotó de la garganta de Soobin y cerré los ojos.

—¿Por qué terminaste con él? —preguntó. Estaba cansado de responder la misma pregunta. Me la había hecho mi mamá, me la había hecho jeongin, me la había hecho yo mismo una y mil veces.

—¿No es obvio? —resoplé, intentando sonar tranquilo.

—Entonces, llega la vida, te golpea y tú, ¿en lugar de levantarte, te dejas caer al suelo?

Alcé la vista para mirarlo. —No tengo el dinero para el tratamiento. No tengo forma alguna de costear eso.

—¿Quién dice que necesitas dinero? —Me miró y una sonrisa bailó en sus labios—, Jisung, mi papá es médico, ¿de acuerdo?, conoce al tipo que está haciendo las pruebas con el tratamiento. Podemos conseguir que te trate. Podemos hacerlo.

—¿Q-Qué? —susurré.

De pronto, toda la habitación comenzó a dar vueltas. ¿Realmente iba a ser posible?, ¿Iba a poder tratarme?...

—Lo hablé con mi papá. Él hablará con su amigo y, quizás... Si tenemos suerte, puedan tratarte —me sonrió—. Ahora ve y dile a minho que lo amas, que parece alma en pena.

—No —respondí automáticamente—. No voy a contarle. No voy a poner falsas esperanzas en él. No voy a tener falsas esperanzas yo mismo. No puedo decirle hasta que no sea un hecho. Ni siquiera voy a decirle cuando comience el tratamiento. Le diré si funciona. Sólo si funciona.

Él me regaló una mirada exasperada. —Funcionará, ¿de acuerdo?, estoy seguro de que funcionará. Confía en mí. Confía en el tratamiento.

Soobin pasó un rato más en la tienda. Se burló de mi aspecto lastimoso y me hizo reír un poco, a pesar de la revolución sentimental que se estaba generando dentro de mi pecho.

Al cabo de unas horas se marchó. Su compañía siempre me hacía bien. Era de esa clase de personas que lograban cambiar tu estado de ánimo aunque fuera sólo por un momento.

Cuando mi mamá volvió de surtir, me encaminé a mi habitación. Me sentía un poco más tranquilo que otros días, así que tuve el valor de tomar mi móvil y encenderlo.

Inmediatamente, un puñado de mensajes comenzó a inundar mi bandeja de entrada. Sonando cada pocos segundos. Mi corazón dio un vuelco al leer el remitente. Todos los mensajes eran de él... Todos los mensajes eran de Minho Tomé una inspiración profunda y abrí el más viejo. El primero que me envió.

"Quiero que me hables con la verdad
Que cuando haya un problema, me lo digas
No quiero que nos dejemos de hablar"

Mi garganta se apretó en un nudo y abrí el siguiente texto:

"Yo sigo aquí
Yo también quiero ser feliz
Mira, mi amor
Yo sigo aquí
Yo sigo estando para ti"

Abrí un texto más, dejando que las lágrimas se escaparan por mis ojos:

"Que todo iba ya mejor
Pero fué un sueño nada más
Y yo ya pido una señal"

No pude continuar leyendo. Era demasiado. Todo era demasiado para mí. No podía con esto.

El teléfono comenzó a vibrar en mi mano y me tomó un par de segundos darme cuenta de que estaba entrando una llamada de un número desconocido.

—¿D-Diga? —tartamudeé por las lágrimas.

El silencio del otro lado de la línea hizo que mi corazón se estrujara con fuerza. —Hola... —la voz ronca de Minho hizo estragos en mí.

Cubrí mi boca con una mano y me tragué un sollozo. —H-Hola —tartamudeé débilmente.

Otro silencio...

—Sólo quería saber cómo estás —su voz sonó como a disculpa.

—¿Cómo estás tú? —desvié la conversación. No podía mentirle una vez más. No tenía fuerzas para hacerlo.

—He estado mejor... —escuché un pequeño suspiro—, lamento hacer esto más difícil. Yo sólo... Yo sólo necesito saber que estás bien.

—L-Lo estoy —me obligué a decir.

—De acuerdo... Yo... Será mejor que te deje en paz...

—Minho.. —no pude detenerme. No podía dejarlo ir aún.

—¿Sí?

—G-Gracias por llamar —tartamudeé.

—Gracias a ti por responder —susurró de vuelta. Entonces, después de un silencio eterno, colgué

-🍄
Estamos muy cerca del final

aunque puedas verme|#2| minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora