capitulo 43

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—Yo... —Soobin  vaciló un momento—, yo tengo que ir a clase.

Abrí la boca para responder, pero no salió ningún sonido de mis labios. Estaba petrificado en mi asiento, con las mejillas bañadas en mis propias lágrimas y el miedo instalado en todo mi cuerpo. Quería llorar. Quería gritar. Quería correr lejos y no mirar atrás. No estaba listo para decírselo a Minho. No quería que lo supiera. No quería causarle esa clase de dolor. Quería protegerlo de todo esto. Quería protegerlo de mi mismo.

En ese momento comprendí lo que él sentía cuando yo estaba cerca. Comprendí aquellas palabras que me dijo la noche de nuestro primer beso:

"¡Mereces algo mejor que yo!, ¡Mereces algo mejor que estar con un maldito ciego!"

Minho merecía algo mejor. Él merecía algo mejor que estar con un chico condenado a perder la capacidad de ver...

Toda mi vida creí valorar el simple hecho de poder ver. Sin embargo, me di cuenta de que tener dos padres invidentes, no me hizo sentirme en sus zapatos. No me hizo valorar lo que la vida me regalaba todos los días: Ver, escuchar, hablar, caminar, oler... La simple capacidad de sentir, de poder reír, de poder llorar, de cantar, de bailar, de sonreír... ¿Cómo no me había dado cuenta antes de lo mucho que me importaban esas pequeñas cosas?, ¿Cómo es que nunca me había puesto a pensar en cuánto tiene que trabajar mi cuerpo sólo para caminar?... ¿O ver?...

Comprendí lo que Minho tuvo que enfrentar. El valor que tuvo al afrontar su realidad. La forma en la que se levantó después de haber caído de tan alto, ¿Yo podría hacerlo?, ¿Podría aprender a vivir de la misma forma en la que él lo hizo?...

Una extraña sensación de pesadez se instaló en mi pecho. No podía. No estaba listo para afrontarlo. ¿Cómo había sido tan estúpido?, ¿Cómo es que nunca se me ocurrió que Minho estaba muriéndose de la incertidumbre día con día?, sin saber si algún día iba a poder volver a ver. Sin tener aspiración alguna. Sin querer hacer otra cosa más que desaparecer.

—Ji, amor, necesito que me digas qué está ocurriendo —la voz de Minho me trajo de vuelta al presente. Mi mirada se encontró con la suya y noté la angustia en sus ojos. ¿Cómo iba a decirle lo que ocurría si no soportaba verlo sufrir?, ¿Cómo iba a decirle si me sentía tan derrotado?

—Jisung, por favor —suplicó y mi corazón se hundió. No podía hacerlo. Lo amaba demasiado como para hacerle esto. No podía atarlo a mí cuando me sentía tan miserable. No podía intentar mantenernos unidos cuando me estaba cayendo a pedazos. No podía obligarlo a sostenerme cuando estaba cayendo desde tan alto.

—Esto no marcha bien —susurré y las palabras quemaron en mi pecho como la más grande de las mentiras.

Aparté la mirada. No quería mirarlo a los ojos. Si lo miraba a los ojos, no iba a poder hacerlo. Si lo miraba a los ojos, no iba a poder dejarlo ir.

"Te amo, Minho. Y porque te amo, te regalo mis alas, para que vueles lejos" le dije mentalmente.

—¿Q-Qué?, ¿De qué estás hablando? —susurró. Noté el dolor en su voz.

Mi mandíbula temblaba. No podía hablar. No podía pensar. No podía dejar de odiarme por lo que estaba haciendo. No quería ser egoísta. Estaba pensando en él. Estaba haciendo esto por él. Por él y sólo por él...

—Creo que... —el temblor de mi voz me detuvo. Si iba a hacer esto, tenía que hacerlo bien. Tomé una inspiración profunda y continué—: creo que deberíamos ver a otras personas.

El silencio que le siguió a mis palabras fue tan doloroso, que me costaba respirar. Mi corazón se estaba partiendo en pedazos en ese momento.

"Lo hago por ti. Sólo por ti. Lo hago por ti."

—¿Por qué? —su voz fue un susurro ronco y entrecortado.

Me obligué a mirarlo. Sus ojos estaban oscurecidos, su mandíbula estaba tensa, su rostro estaba pálido y me odié una vez más. No quería hacerlo. No quería hacerlo. ¡No quería hacerlo!

—Y-Yo... —tenía que lastimarlo. Tenía que herirlo de tal forma que no quisiera volver a buscarme nunca—, yo ya no siento lo mismo.

Su rostro decayó aún más y pude sentir su dolor mezclándose con el mío. No dijo nada. Se limitó a mirarme fijamente, intentando descifrar la mentira en mis palabras, así que me obligué a mantener mi expresión en blanco.

—Mientes —susurró con la voz entrecortada, pero noté la duda en el trasfondo de su expresión—. Estás mintiendo. ¿Qué es?, ¿Qué pasó?, ¿Qué...? , Jisung, por favor, necesito saber qué es.

—Minho, no hay nada que ocultar —aparté mi mirada llorosa de la suya. Tenía que alejarlo de mí. Él merecía algo mejor—. No hay otro motivo, y no te estoy mintiendo. Yo... —un sollozo me alcanzó y limpié mis lágrimas con mis manos temblorosas—, y-y no estoy diciendo que no t-te ame, es sólo que... —mi respiración comenzó a volverse dificultosa. ¡No!, no podía darme un ataque de asma en éste momento—, yo ya no siento lo mismo. Yo... Yo ya no te amo como lo hacía.

Cerré mis ojos y tomé varias inspiraciones profundas. Necesitaba calmarme. Necesitaba hacer esto por él.

—¿Desde cuándo? —susurró con una frialdad que heló mi torrente sanguíneo. Me volví para mirarlo y su penetrante mirada me atravesó el cuerpo.

—¿D-De qué hablas?

—¿Desde cuándo no sientes lo mismo? —Susurró—, ¿Cuánto tiempo me has dicho "te amo" sin sentirlo realmente?, ¿Cuándo te perdí?

Un sollozo ahogado me alcanzó y cubrí mi boca para reprimirlo. Comenzábamos a atraer las miradas curiosas de toda la gente en la cafetería. —L-Lo siento muchísimo, Minho. De verdad, lo siento —sollocé.

—Sólo quiero saber desde cuándo —susurró con la voz a punto de quebrársele.

—N-No lo sé —dije—. No lo sé. No lo sé. No lo sé...

—Podemos hacer que funcione...

—No, no podemos —lo interrumpí.

—¿P-Por qué no? —sonó exasperado.

—Porque ya no quiero intentarlo —sollocé desesperado. Lo estaba hiriendo y él seguía aquí, intentando retenerme.

—¿Alguna vez me amaste como dijiste que lo hacías? —susurró tras un silencio tenso.

Mis ojos encontraron los suyos y pronuncié—: Te he amado incluso antes de saber que existías. Y te he amado más de lo que algún día te confesé.

—Entonces, no te vayas —susurró, tomando mis manos entre las suyas—. Quédate y haré que me ames de nuevo. No te vayas. Si te vas... No sé a dónde voy a volver. No sé qué demonios será de mí si tú no estás... Yo...

—Minho, no —pedí llorando inconteniblemente—. No me pidas eso. No me pidas que me quede. No puedo. Yo...

"¡YO ESTOY HACIENDO ESTO POR TI!" gritó mi cabeza.

Él asintió, derrotado. Lágrimas pesadas se deslizaban por sus mejillas y las mías. —Está bien... —tragó duro—. Está bien... Lo siento... —se puso de pie, besó mi frente.

—Te amo —susurró, y desapareció por la puerta de la cafetería

aunque puedas verme|#2| minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora