Capitulo 25

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Se despertó, parpadeó, se frotó los ojos y no vio más que todo blanco. Ni formas ni sombras ni variaciones: nada. Solo blanco.

Lo atacó un destello de pánico, hasta que comprendió que debía estar soñando. Era extraño, pero seguramente era un sueño. Podía sentir su cuerpo, sus dedos sobre su piel, su respiración. Podía oír su respiración. Sin embargo, estaba rodeado de un vacío completo y uniforme.

X: 🧠Tom.

Una voz. La voz de ella. ¿Acaso podía hablarle mientras dormía? ¿Lo había hecho antes?

Th:🧠 Sí. Hola

X: 🧠¿Te encuentras... bien? La oyó preocupada. No: la sintió preocupada.

Th: 🧠¿Qué? Sí, estoy bien. ¿Por qué?

X: 🧠Solo pensé que estarías un poco sorprendido.

Lo atravesó una puñalada de confusión.

Th: 🧠¿De qué estás hablando?

X: 🧠Estás a punto de entender más. Muy pronto.

Por primera vez, Thomas se dio cuenta de que la voz era rara. Había algo en ella que no sonaba bien.

X: 🧠¿Tom?

No contestó. El miedo había penetrado cautelosamente en sus entrañas. Un miedo pavoroso, tóxico, siniestro.

X: 🧠¿Tom?

Th:🧠 ¿Quién... eres?, Donde están las chicas?? Porque ellas no me están hablando??

preguntó después de una pausa, esperando la respuesta con terror. Pasaron unos segundos antes de que ella respondiera.

Br: 🧠Soy yo, Tom. Brenda. Las cosas se van a poner complicadas para ti pronto tendrás las repuestas que quieres.

Thomas gritó antes de saber lo que estaba haciendo. Gritó y gritó y gritó, hasta que por fin se despertó.

Se sentó. Estaba cubierto de sudor. Aun antes de que pudiera evaluar totalmente dónde se hallaba, antes de que la información viajara por sus nervios y a través de las funciones cognoscitivas de su cerebro, supo que las cosas estaban mal. Que otra vez lo habían despojado de todo.

Se encontraba solo en una habitación. Las paredes, el techo y el piso eran blancos. El suelo debajo de su cuerpo era esponjoso, duro y liso, pero tenía suficiente elasticidad como para resultar cómodo. Observó las paredes: eran acolchonadas, con grandes hendiduras con botones, separadas por un metro de distancia aproximadamente. Una luz brillante entraba por un rectángulo en el techo, que se hallaba demasiado alto como para que él pudiera alcanzarlo. El lugar olía a limpio, a jabón y amoniaco. Thomas se miró y comprobó que ni su ropa tenía color: una camisa, pantalones de algodón, calcetines. A unos tres metros de él había un escritorio café. Era lo único en toda la habitación que no era blanco. Viejo, maltratado y cubierto de rayones, tenía del otro lado una silla de madera colocada debajo de la tabla. Detrás se encontraba la puerta, acolchonada al igual que las paredes.

Thomas sintió una extraña calma. El instinto le decía que debería estar de pie pidiendo ayuda a gritos y golpeando la puerta. Pero sabía que esa puerta no se abriría y que nadie lo escucharía.

Se encontraba en la Caja otra vez. Sabía muy bien que no debía haberse ilusionado. No voy a enloquecer, se dijo a sí mismo. Tenía que ser otra fase de las Pruebas, y esta vez él pelearía para cambiar las cosas, para terminar con todo. Era increíble, pero el simple hecho de saber que tenía un plan, que debía hacer lo que fuera para encontrar la libertad, hizo que una paz asombrosa se instalara en él.

Maze Runner: Prueba de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora