『 𝙸𝚅 』

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**❕advertencia de consentimiento dudoso

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IV.

Qué forma más dolorosa de enterarme de que yo lo quiero, pero él no a mí. Hubiera preferido que me alimentara con mentiras en lugar de ser tan honesto. Quise negármelo todo, seguir en la incertidumbre, pero no pude, no del todo.

A pesar de que no tenía caso esperar nada más, aguardé con impaciencia su regreso. No sabía por qué tenía esa fijación. Quizá el desastre de Raccoon también me había desquiciado. O quizá establecimos una conexión tan fuerte el uno con el otro que nunca podremos romper por completo, esto era mucho más sencillo de asimilar. Nadie desea estar loco.

Pasé meses y meses en relaciones pasajeras. No quería compromisos, con tal de que no salieran corriendo después de acostarse conmigo, me bastaba. Y entonces ocurrió lo del aeropuerto en Harvardville. Leon reapareció mejor entrenado y mucho más lejano y frío, y con él, mis ganas de que me quisiera y el dolor de saber que quiere a otra. 

Parecía que hubiéramos viajado en el tiempo y aterrizado en el infierno en el que nos conocimos. Otra vez estábamos rodeados de zombis y otra vez temíamos por nuestras vidas y las de los inocentes a nuestro alrededor, pero con la diferencia de que yo ya no tenía dieciocho años y de que él se había convertido en todo un as en el campo de batalla. De seguro estuvo becado en alguna escuela para super agentes, y se graduó como una especie de James Bond, pero de modales rústicos y mal humor.

Pensé que me trataría raro por lo que pasó entre nosotros, pero, al contrario, parecía que se le hubiera olvidado por completo. Yo hice lo mismo. No iba a permitir que me tuviera en la lista de las chicas a las que les rompió el corazón.

Se puso a decirme que era una salvadora, les dijo a los otros que soy una de las pocas supervivientes de Raccoon y que tenía más experiencia que nadie. Le respondí mentalmente que se tragara su mierda condescendiente, pero mostré una sonrisa y pretendí que su presencia no me afectaba en lo más mínimo. Él insistió en mostrarme su respeto y me pidió que no muriera. Sí, Leon, como si mi vida te importara más de lo que te importa tu peinado.

Me salvó, sí, más de una vez, lo reconozco. Yo no le pedí que lo hiciera, pero está bien, para eso le paga el gobierno. Salimos ilesos de las ruinas de ese aeropuerto, atrapamos a los malos, quemamos a los monstruos. Había una chica que parecía interesada en él, me dieron ganas de decirle que no se ilusionara demasiado, pero me guardé mis recomendaciones. Creo que aun si alguien me hubiera advertido que enamorarme de Leon Kennedy me causaría un gran daño emocional, no me habría importado y habría repetido mis acciones. No solo las que he narrado hasta ahora, sino todo lo que vino después. Así que ¿para qué ponerme de salvadora? No soy una salvadora, no del tipo que Leon y todos creen.  

Él se despidió diciéndome que la próxima vez que nos viéramos, fuera en un lugar más normal. Y por los siguientes dos segundos a mí me dio por ilusionarme y creer que podía haber algo entre nosotros. Pero luego eché al olvido sus palabras porque de seguro las dijo al aire. De todas formas, la siguiente vez que nos viéramos nada iba a ser normal. 

𝙴𝚕 𝙸𝚗𝚌𝚎𝚗𝚍𝚒𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝙿𝚛𝚘𝚟𝚘𝚌𝚊𝚜𝚝𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora