Capítulo 4 🪶

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Narrador omnisciente:

Clary les informa a Jace y Alec que vio a su madre a través del collar que ella misma le dio. Charlotte esta tumbada en su cama descansando cuando Alec ingresa para buscarla.

—Charlotte —susurra Alec, la remueve con delicadeza—. Sé que pediste que no te hablaran, pero ocurrió algo relacionado a Clary y su madre.

—¿Es inútil pedir que vuelvas en una media hora más diciendo lo mismo? —cuestiona ella y él simplemente se ríe—. Maldita sea, te odio, Alexander Lightwood.

—Vamos, tenemos trabajo que hacer.

Charlotte suelta un suspiro antes de levantarse, ya estaba vestida así que solo va al baño para peinarse nuevamente, ni siquiera se había dado cuenta de que había caído dormida

Alec se dedica a inspeccionar la habitación rápidamente y sus ojos se quedan fijos en un retrato donde Ares le da un beso en la mejilla a una sonriente Charlotte.

—¿Qué ves? —cuestiona la castaña divertida, él se sobresalta y deja el marco en la mesita de noche—. Me encanta esa foto porque no fue planeada, Magnus la tomo sin decírnoslo.

—No estaba mirando nada —niega Alec—. Mejor vamos con los demás.

—Lo que digas, chico bonito —salen rumbo a la sala de entrenamientos—. Solo para aclarar, no me molesta que mires las cosas que están a simple vista en mi cuarto. Si no quisiera que alguien las vea las habría dejado guardadas.

Al llegar a la sala de entrenamiento Alec señala la runa marcada en el suelo.

—Ahí guarde el collar de Clary, es una especie de portal y asegura que vio a Valentine. Esta de más decir que no le agrado que se lo quitara.

—Si sirve de algo creo que hiciste lo correcto, podría ser una trampa —suspira Charlotte—. Y la chica se ciega por las emociones, aunque no al culpo, descubrió esta vida hace menos de un mes. Nunca es fácil adaptarse.

—En algún momento tendrá que hacerlo.

—El cambio siempre es difícil, solo hay que darle un poco de tiempo —la castaña hace una mueca—. Y cuidar que no haga cosas estúpidas que puedan causar nuestra destrucción.

Ambos se queda  en silencio perdidos en sus propios pensamientos. Alec desvía la mirada hacia el suelo, y Charlotte se pierde en el café de sus ojos, cree que es un café claro muy lindo.

—¿Cómo te sientes hoy? —cuestiona Charlotte rompiendo el silencio.

—Mejor, eso creo —susurra él—. Fueron muchas emociones y acción por un día. ¿Y tu?

—Ver a Magnus de nuevo fue como estar en casa otra vez —admite ella—. Tenía cuatro años cuando mi padre murió, Magnus era su amigo y se encargó de cuidar de mí. Tres años después acogimos a Ares y formamos una rara familia, ya que ninguno estaba vinculado por sangre.

—¿Qué hay de tu madre?

—No me gusta hablar de ella —niega Charlotte cabizbaja—. Creo que nunca me quiso, solo quería un títere al cual manejar y mi padre no la dejo. Me abandono cuando tenía dos años, luego nos traicionó y mataron a mi padre.

—No tenía idea, la Clave...

—La Clave es una mierda, Alec —lo interrumpe Charlotte—. Lo sé por experiencia propia, no son de confiar. Y te aseguro que esconden más de lo que crees.

Ninguno de los dos sabe en que momento rompen la distancia pero si pueden decir que les agrada la cercanía. Pueden sentir la respiración y el perfume del otro mientras detallan sus respectivos rostros.

ᴅᴏɴ'ᴛ ʙʟᴀᴍᴇ ᴍᴇ | ᴀʟᴇᴄ ʟɪɢʜᴛᴡᴏᴏᴅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora