XII.

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La firme línea que forman sus labios delata por completo su descontento al estar caminando con un séquito de imbéciles entre las profundidades más inhóspitas del inframundo.
Si algo ha impedido que cruce los brazos es que a su lado va una pequeña niña sosteniendo su mano y guiando al grupo completo, como si fuera su propia casa y conociera el camino a la perfección.

En cierto punto la pequeña se detiene, en medio de un pasillo oscuro con nada más para iluminar que las velas de las paredes, sin puertas hacia ninguna dirección. Casi una cueva.

—Hasta aquí llegan ustedes. —afirma Beelzebub, quien era el último entre los Dioses y avanza hasta poner su mano en la espalda de Chuzenji, indicando que de ahí en adelante van ellos solos.

—Voy yo o Chuzenji no pasa de aquí. —advierte Poseidon, negándose a soltar la mano de su hija.

Beelzebub rueda los ojos, evitando rotundamente a discutir con un padre protegiendo a la niña, mucho menos viendo que a un par de metros Kojiro observa la escena. El japonés se limita a no hablar, pero está atento a cada movimiento.

Loki da un par de pasos al frente, dejando que el pelinegro retroceda sin problema y haciéndole un seña: "yo me encargo".

—Mi estimado tirano... —hace una exagerada reverencia, formando un gran arco con su mano para completar la pantomima y levantando la mirada cuando la cabeza está abajo— ¿Sabes por qué nadie además del tío Beel y yo podemos ir?

—No me interesa.

A espaldas del peliverde, Kojiro le pregunta en un susurro a Shiva.

—¿Por qué le dice tío Beel?

—Porque odia que le digan así.

—Ya veo...

—¿Me permiten? —pregunta Loki apretando las palabras, con una enorme y grotesca sonrisa— Prosigo, si bien hay Dioses más poderosos o con más influencia acá abajo, déjame te cuento una historia.

—No me importa tu historia.

—No seas maleducado, Poseidon, ¿acaso Cronos te enseñó a... —el comentario de Shiva es interrumpido de nuevo por el rubio.

—Si.

—Pero tirano, ¿es ese el ejemplo qué le quieres dar a Chuzenji? —el nórdico se coloca detrás de la niña para jalar sus mejillas, al menos hasta que esta lo aleja a manotazos— ¿lo ves? agresiva como su padre.

—Solo déjalo hablar, con suerte se calla. —interviene el demonio, acariciando descuidado el cabello de la niña que se fue a esconder con él en su huida de Loki.

—Lo dudo, pero... está bien, termina de ladrar. —el rubio se recarga en la pared más cercana.

—No me gusta repetir historias. —da media vuelta para quedar cara a cara con el japonés— Humano, ¿me harías el favor de quedarte junto a tu... —la vista del peliverde viaja hasta Poseidon, quien le observa con los ojos entrecerrados y la más pura amenaza de homicidio reflejada en la mirada. Ni él es tan idiota para decir lo que tenía pensado— ... tirano?

Por primera vez el Dios rubio busca alguna clase de apoyo para acabar con el teatrito en el japonés, pero este parece negarse a crear un contacto visual y se limita a obedecer.
¿Con qué derecho este hijo de perra le niega la mirada? por su cabeza se cruza una escena de los pocos minutos que hubo sobre su pelea.
Él. Poseidon, evitando ver a los ojos al humano que consideraba inferior. Claro, el bien conocido karma.

—Perfecto. —comenta el peliverde con una enorme sonrisa antes de elevarse varios centímetros del suelo y tomar una postura recta con ambas manos juntas al frente— Estamos aquí reunidos para...

Ancla [Sasaki x Poseidon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora