XXXV.

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La noticia del embarazo del ya no tan tirano de los de mares viaja más rápido que la marea a cada rincón del mundo celestial.
La presencia de todos los Dioses en la interrupción del Ragnarok hizo imposible ocultar la existencia de Chuzenji. Siendo todos conocedores de la regla de Cronos y Kairos, quedaron a la espera del nacimiento de la pequeña tiranita.

Regalos que intentaron cruzar las playas, felicitaciones mediante los sirvientes de Poseidon y visitas sin previo aviso fueron sólo algunas de las razones por las que el rubio no ha salido de su cautiverio durante las últimas dos semanas.

—Creí que sólo estabas gordo, Afrodita creyó que estabas gordo, ¡tu cocinera pensó que sólo estabas gordo!

Y sin importar cuántos dioses hayan tenido que huir de su territorio, no hay poder que logre sacar a Loki de su palacio. Sin embargo, tolerarlo se hace más fácil cuando sus comentarios le hacen pensar en todo menos en la extraña actitud de Kojiro.

Por ejemplo, justo ahora que razona la extraña cantidad de verduras que la cocinera empezó a agregar desde hace un mes.
Cuatro semanas de embarazo y los estúpidos ya afirmaban un aumento de peso.

—Necesito un descanso. —comentó en voz alta el rubio.

Descubrir que al parecer si tiene un gusto por la pintura (más no el talento) convirtió esos últimos días en algo mucho más llevadero.

Es bien sabido lo escasas que son las apariciones del tirano en público. No obstante, el limitarlas aún más desde que se hizo conocido su estado no es cuestión de azar.
Poseidón sabe por conocimiento general la sensibilidad de la mente en el embarazo; de lo que no era consciente es de lo vulnerable que se sentiría al saber que algo tan frágil podría crecer dentro suyo. Por lo tanto, tomó una decisión.

Nadie necesita verlo.
Nadie necesita conocer su vientre abultado.
Nadie necesita estar lo bastante cerca para dañar a su Chu.

Tan limitadas se hicieron las visitas celestiales al mar que ni Afrodita se ha podido presentar a burlarse adecuadamente. Su primer acercamiento está restringido hasta cuando se necesite dar seguimiento  el estado de Poseidón y su bebé.
La fecha está pactada al finalizar el primer trimestre.

Sin importar cuánta felicidad le pueda dar tener tan cerca a su pequeña, es imposible evitar pensar lo cada vez más lejano que se ve Kojiro. Bueno, en realidad no; es tan encantadoramente imbécil como el día en que lo conoció, el detalle es justo ese.

El día en que lo conoció no estaba embarazado. Y hasta ahora, Kojiro lo trata como si la pequeña que está creciendo dentro suyo no tuviera validez alguna.

—Estaba pensando... —la forzada convivencia casi convierte la voz de su conciencia en la de Loki, pero esta vez no, verdaderamente está flotando por ahí—.

—Para variar.

—Hay humanos que tienen su parto en el agua, ¿o vas a tenerla en un hospital? sería graciosisimo llegar contigo y un tanque de agua. Ya sabes, por las risas.

Aunque no lo parezca, después de su despido del panteón nórdico y a pesar de su estresante presencia, Loki suele tener aportaciones decentes. Aunque los comentarios no lo son, jamás.

—¿O nacerá en huevo? eso sería aún más gracioso. Pero auch.

Poseidón incluso hace una mueca parecida a una risa. Aunque claro, hay gustos que no se le pueden dar al peliverde, por lo tanto oculta la sonrisa en un vaso de jugo.

—Estoy haciendo méritos para ser el padrino de Chu, espero me aprecies. Lo mismo con tu boda, claro.

El jugo vuela cuando lo escupe.

—¡¿Boda?!

—Ya sé, ya sé. Los padrinos deben ser una pareja, pero no me puedes presionar de esta manera, soy muy joven para una relación. Apenas tengo unos milenios y no me merecen.

Loki siguió hablando, pero en la mente de Poseidón solo se repetía una palabra en bucle. Boda.
Una celebración demasiado humana. Demasiado amor público. Demasiada atención.
Demasiado para él. 

...

—Buenas noches... —Poseidon escucha la voz al sentir a su humano recostarse a su lado, girando para buscar el contacto visual que no consigue.

—No has estado entrenando.

—¿Qué?

—Kojiro, aveces olvidas que soy un Dios.

—Lo haces imposible de ignorar, tranquilo.

—¿Disculpa? —lo que fue una simple duda a su repentino cambio de hábitos pasó a ser una genuina molestia en segundos.

—Nada, corazón. —le responde después de un suspiro, dando una sonrisa que aunque no lo parece, Poseidón identifica como forzada.

—No, no. Dime.

—¿Qué te amo?

—No desvíes el tema.

—No lo hago, de verdad te amo. —comenta sentándose y tomando su mejilla.

Poseidon no sabe cómo pensar sobre sí mismo, reclamándose el cerrar los ojos en el instante que entra en contacto con la piel de Kojiro.
Ese hombre lo ha hecho tan débil que es frustrante.

—¿No estás cansado? escuché que hay una guerra en alguna costa asiática dándote problemas.

El rubio no responde, se dedica a sentir el pulgar de su humano acariciándole. Lo adora tanto.

—Bésame.

Ordena y, como no, Kojiro obedece.

Lo besa de tal forma que no tiene tiempo de respirar, pensar y mucho menos formular preguntas. La mente se le nubla, culpa a las hormonas del embarazo y se esfuerza por tomar aire en los pequeños momentos de tregua que le da Kojiro.
No necesita el oxígeno, pero así es más divertido.

Cuando el japonés se aleja ve el cuadro que es su rubio, sintiendo su corazón aumentar la velocidad.
Y es que como no hacerlo, si Poseidón tiene la boca entreabierta para respirar mientras frota su mejilla en su palma, con ambos ojos cerrados.
Es precioso.

Pero cuando los abre. Cuando los abre, por todos los Dioses, es perfecto.

Besa su rostro, cada centímetro de él, bajando la mano ahora libre a tocarle por encima de la ropa.
Baja por su cuello, en toques ligeros, besando su pecho y deteniéndose a escuchar como su corazón se acelera bajo su toque.

Sigue bajando, quiere tratarlo con cuidado. Usar la boca hasta liquidar la energía de la deidad (su más grande hazaña) y dejarlo dormir en sus brazos.

Poseidon siente como Kojiro se aparta de él, apenas unos centímetros, pero demasiado abrupto como para ignorarlo.
Su vientre ya comienza a sobresalir y Kojiro no quiere besarlo, está claro.

No reacciona, espera a ver qué hará él. Sus siguientes acciones lo destruyen.

Ignora su vientre por completo, pasa a besar sus muslos, como si su pequeña Chu no estuviera ahí.

Poseidon siente el nudo en la garganta ahogarle. Espera hasta que Kojiro toma el miembro en sus labios para liberar las lágrimas, esperando que se disfracen de placer.

Ninguno se engaña ni engaña al otro, sin embargo no dicen nada. Poseidon termina, no sugiere continuar y Kojiro no lo pide.
Fingen dormir unas horas hasta que la mentira es real.

...

Yo sé que no llega ni al promedio de palabras ni calidad que tenía antes.
Maybe algún día les contaré que ha pasado, o lo hago historia. Ya veremossss

Gracias a los que siguen esperando actualización, y su muy merecidas disculpa.

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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