Ancla [Sasaki x Poseidon]

XVII.

—¿Y ahora a dónde vamos?

—Solo camina.

—Si no sé a dónde vamos se me quitan las ganas de ir, te recuerdo que soy humano y me canso.

Al ser ignorado de la forma más descarada posible, guarda silencio, durante los minutos que tardan en recorrer media calle.

—¿Qué tienen las cajitas?

—¡¿Tu no te callas nunca o qué?!

—¿No te hace daño tener tanta agresividad dentro, niño?

—¡¿Y a ti tener tanta... —Poseidon se fuerza a interrumpirse tomando una gran bocanada de aire y continuar su camino.

—¿Por qué estás de mal humor? me refiero a más de lo normal.

—Quizá porque no te callas.

—¿Es por lo de ayer? ya me disculpé, pero si quieres que lo haga de nuevo, puedo hacerlo, ¿sabes? no tengo tu orgullo.

—Kojiro, ¿te puedes callar solo diez minutos? de verdad necesito pensar un poco. —de no ser porque va casi a sus espaldas, podría asegurar escuchar el sonido de su mandíbula apretándose.

Sin quejarse mucho más, por primera vez obedece.

De esta forma Poseidon no tarda en encontrar su objetivo, un restaurante cualquiera en el que puede alimentar a la garrapata que tiene pegada desde hace rato.

Desde el exterior se ve muy poca cosa, un lugar que sin duda no está destinado para los turistas, más bien uno de aquellos que visitan los vecinos cuando no tienen muchas ganas de cocinar.

Cierra los ojos un par de segundos, mentalizandose un poco más, antes de dar la media vuelta y encarar a Kojiro.

—A partir de ahora necesito que prestes toda la atención posible a tu alrededor, ¿está claro?

—Tranquilo, desde que vivo contigo no bajo la guardia.

—No, idiota, no me refiero a eso. Escucha, en los próximos minutos aparecerá Kairos.

—¿Tan bueno es el restaurante que nos cambiará la vida? —el rubio tiene que poner toda su fuerza de voluntad en no plantarse un facepalm ahí mismo.

—Kojiro, concéntrate un puto minuto y escúchame. —el rubio se acerca lo suficiente para ser lo único en el campo de visión ajeno— Cuando entremos te voy a explicar una cosa, ten por seguro que a partir de la primer palabra que digas o el primer pensamiento que tengas, es posible que aparezca Kairos, para ti o para mí, pero lo hará.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Ya lo entenderás. Por ahora necesito que me repitas cómo se debe atrapar a Kairos para evitar errores.

—Sin armas, a manos desnudas, por el cuello de la camisa y sin buscar hacerle daño. De lo contrario será imposible. —recita la paráfrasis que fue obligado a memorizar de las cientos de páginas que leyeron.

Una vez entran ven a una mujer de edad muy avanzada asomarse por la cocina y gritar con su voz que de alguna forma guarda energía en el cansancio: "¡Ya van!"
El que parece ser su nieto aparece invitándolos a tomar asiento con una sonrisa. Además de la de ellos solo hay otras dos mesas ocupadas, por lo que elegir no es tan difícil. Lo más alejados del resto como es posible.

Kojiro pide el menú titulado Desayuno 2 y un bol de arroz blanco, mientras que Poseidon solo pide varias botellas de agua y un vaso de vidrio. El muchacho se retira y caen las cartas sobre la mesa, o en este caso, cajas.

Poseidon no dice palabra alguna, pero no deja de observar la pieza blanca que mueve de una mano a otra. El japonés no le presiona y cuando le ve levantar la cabeza, le regala la sonrisa más amable que puede. Le observa tomar aire y soltar una sola frase que: