Capítulo siete - Una condición

154 23 1
                                    

La puerta del laboratorio se abrió, dejando ver a Alexandra un chico de cabello azul y otro más alto rubio. Ellos hablaban animadamente hasta que notaron a la chica viéndolos.

–Oh, hola chicos –intentó actuar normal, haciéndose un poco la sorprendida mientras se paraba de puntas de pie con las manos juntas en la espalda, al ver a los compañeros de departamento de Bruno.

–¡¿Qué haces aquí?! Sabes que está prohibido entrar sin ser autorizado –preguntó Eric un poco sorprendido cruzándose de brazos.

–Bueno... yo podría preguntarles lo mismo –contestó ella con una sonrisa.

–La profesora de biología nos envió a buscar algunos materiales – respondió el chico más bajo. Miró por encima del hombro de Alexandra, observando dos microscopios sobre una mesa que estaban en uso–. ¿Y eso? –señaló con la barbilla.

–¿Eso? No lo sé –elevó sus hombros–, ya estaban aquí cuando llegué –Eric y Aidan se miraron desconfiados.

–Ya dinos... –insistió el rubio mientras se acercaba a un placar para sacar pinzas, tubos de ensayo y otros materiales requeridos– deberías estar en clase y estás aquí... ¿observando insectos disecados? –cuestionó elevando una ceja mientras dejaba los materiales en una bandeja que Aidan sostenía.

–Está bien... la verdad es que me dormí y llegué tarde –dijo nerviosa y se sentó–. Me dió vergüenza entrar a clase tan tarde, así que vine a aquí a-a observar los materiales de estudio –los dos chicos se miraron nuevamente. Eric cerró las puertas de vidrio–. Tal vez no parezca pero, soy una persona muy curiosa.

Si... claro –dijo Eric con algo de ironía haciendo una mueca de disgusto, comenzando a caminar a la salida siendo seguido por Aidan.

–Esperen –la castaña detuvo el camino de ambos al pararse frente a la puerta–. Deben prometerme que no le dirán a nadie que estuve aquí –su mirada amenazante se pasó de uno a otro.

Eric rió con sarcasmo cruzándose de brazos. La chica elevó ambas cejas, mirándolo desafiante. El chico ni se inmutó ante esto. Observó a Aidan, quien no había dicho nada y miraba a la adolescente con una expresión seria.

–Está bien, no diremos nada –respondió el rubio. Alexandra suspiró aliviada –, con una condición.

–¿Qué? ¿Una condición?

–A mi amigo aquí presente –colocó una mano en el hombro de Aidan sacudiéndolo levemente–, le gustaría tener una cita contigo –decía con aire de superioridad mientras empujaba suavemente al chico hacia al frente.

Apenas escuchó aquello Bruno, quien se encontraba escondido detrás de una de las mesas, puso los ojos en blanco. Sus dos compañeros de apartamento, chantajeaban a su amiga... ¡para tener una cita con Aidan!

–Debe ser una broma –murmuró.

Aidan se puso un poco nervioso, evitando hacer contacto visual con Alexandra. Miró a Eric con los ojos abiertos, aunque el rubio lo ignoró por completo.

–¡Oh vamos! Es solo una cita... a no ser que quieras que le digamos a los profesores que andabas de chismosa –insistió Eric de forma amenazante. Alexandra bufó al colocar sus manos en la cadera. Pereció meditarlo unos segundos, pero luego aceptó– Genial, no diremos nada... ¿verdad Aidan? –él nombrado solo asintió en respuesta con una media sonrisa.

–Está bien... no te preocupes, yo te escribo –le dijo Alexandra al adolescente de pelo azul.

Sin perder mucho más tiempo, los tres salieron del salón. Alexandra se dirigió al baño, diciéndoles a Aidan y Eric que no se preocuparan por ella ya que entraría a la próxima clase.

Por otra parte, Bruno se quedó pensativo durante unos minutos sentado en el suelo del laboratorio. Sabía que tendría que hablar con Alexandra sobre Kamala, y esa idea lo aterraba un poco. Además, el hecho de que tuviera que salir con su compañero no le agradaba en lo absoluto. Observó su reloj, viendo que tenía menos de diez minutos para salir de aquel lugar sin ser descubierto. Limpió los materiales que había utilizado, los dejó en su respectivo lugar y salió con cuidado en dirección al baño de chicos.

-----------

–¿Por qué no me dijiste sobre tu amiga? –preguntó Alexandra alcanzando a Bruno luego de salir del instituto–. ¿Ella es Ms Marvel, verdad? –susurró. El castaño asintió.

–Cuando me mostraste lo que podías hacer... inmediatamente recordé a Kamala y su "mutación"... es solo que, quería estar seguro antes de decirte algo –le respondió sincero.

–Eso es ridículo –declaró ella, deteniendo el paso. Bruno también se detuvo y giró hacia ella.

–Es la verdad ¿si? –se defendió molesto, comenzando a caminar nuevamente.

Alexandra miró al cielo unos segundos y suspiró pesadamente. Rogaba por que le dieran un poco de paciencia. Corrió hasta alcanzarlo nuevamente.

–A todo esto... deberías de darme las gracias –le echó en cara al estar a su lado. El castaño la miró de reojo sin dejar de caminar–. Te salvé de ser descubierto... y ahora tendré una cita con tu amigo. Nunca recuerdo su nombre... Alex, Adam...

–¡Aidan! Su nombre es Aidan... –la interrumpió molesto– no es tan complicado.

–Es estúpido... él, su nombre, la cita –rió ante su propio comentario.

–No deberías haber aceptado esa cita –suspiró el chico–. ¿Qué te hace pensar que no dirán nada después? Además, Aidan es-es...

–¿Muy bajo? –bromeó la chica.

–¡Muy tonto! ¿Si?... es muy molesto y raro –decía irritado– Suele comportarse de forma extraña cuando estamos solos.

–Wow, ¿así hablas de tus amigos? –preguntó sarcástica y rió. Bruno desaceleró el paso, quedando un poco más atrás que ella.

No es mi amigo. Vivo con él... eso no quiere decir que me agrade. Además, no es tu tipo –sentenció.

La castaña abrió los ojos girándose para mirarlo: –Tú –lo señaló con el dedo índice–, no sabes eso... Además, ¿qué importa que tenga el cabello azul y se vista raro? –preguntó elevando los hombros volviendo a caminar–. Podría darle una oportunidad.

Bruno sintió como su mandíbula se tensaba. Le parecía estúpido que Alexandra aceptara salir con su compañero. Se detuvieron en la esquina donde se separaban para cada uno ir a su casa.

–Te aviso cuando llegue a casa –le informó la chica con cierta molestia en su voz. Cuando comenzó a caminar en dirección contraria a Bruno, él la llamó.

Se acercó a ella, que lo miraba con intriga. El chico suspiró y dijo: –Gracias... por lo del laboratorio –ella sonrió– Y lamento actuar como...

–¿Cómo un idiota? –lo interrumpió la castaña. Él levantó una ceja. Ambos rieron.

–Sí –confirmó con una media sonrisa–, como un idiota... supongo.

Alexandra se acercó al chico, y sin esperarlo, Bruno recibió un suave beso en la mejilla. Pestañeó varias veces sonrojado mientras se alejaba de él. Ella le dedicó una mirada rápida mientras apretaba un poco los labios retrocediendo.

–Nos vemos mañana –indicó comenzando a caminar a su casa, dejando al castaño con cara de tonto enamorado.

Súper fuerte | Bruno CarrelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora