Noches.

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    Siempre hay noches en que el barro de mi cuerpo

me parece estar más sucio que otras veces,

siempre hay noches que mis manos se prolongan

hasta el fruto del engaño que trae muerte.

     Y esas noches nunca brillan demasiado

ni parecen las estrellas suficientes,

y la arena se hace escasa en esta playa,

y se olvidan tus promesas de repente.

     He querido construir torres tan altas

que hasta el cielo se tocara con mis dedos,

he querido poseer toda la gloria

y he perdido la medida de lo eterno.

     El cuchillo lo he escondido entre los pliegues

de la túnica del hijo de este viejo,

y no he visto que balara entre las zarzas

enredado en esa leña, tu cordero.

     He querido ser Jacob, siendo Esaú,

y una noche combatir contra tu ángel,

poseerte, retenerte, persuadirte,

y antes de rayar el alba, sujetarte.

     Y en la noche de las noches, del Egipto

que somete mi alma y cuerpo, liberarme,

y tan dura cual la roca del sepulcro

hallé el agua del Mar Rojo tras cerrarse.

     Pude ser Jonás huyendo de tu envío,

antes de volver del vientre de la bestia,

Salomón sin ciencia alguna que buscara,

pude ser el Rey David antes de ella.

     Pero soy la que no es, así, tan pobre,

en la noche con la luna tras la niebla,

con tan poca arena blanca en esta playa,

sin que brillen esta noche las estrellas.

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     Esta poesía es una oración.

     Aparecen personajes y episodios de la Biblia. Eva,  la Torre de Babel, Abraham, Jacob, Esaú, el Éxodo, Jonás, Salomón, David...

     Me comparo con ellos. En todos ellos Dios actuó como un Dios que ama y que salva.

     Muchas veces ellos quebrantaron el pacto y quisieron buscarse la vida, pasando de Dios.

     Esa soy yo.

     

JULIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora