JULIO.

Se hizo tarde.

     Tu nombre se quedó sin rostro

tan temprano...

las lágrimas del sol llenaron

tu universo.

     Luego la brisa,

tan suave y fresca como en la mañana,

llevó tu canto

a otro cielo distinto que añorabas.

     La luz dejó de entrar por la ventana

solo un instante.

     Ni un grito pudo acompañarte,

hasta el momento

del ruido quedo,

que despertó del suelo el gris obscuro;

sin poesía 

brilló la luna llena aquella noche.

     Y se hizo tarde,

sí, se hizo tarde,

y tu casa vacía,

y una madre.

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      Esta poesía la he escrito con lágrimas en los ojos. 

      En los días en los que mi vida estaba más sujeta y esclava; cuando me parecía que nunca iba a poder salir de una cárcel que había construído con botellas de alcohol y pastillas. En el tiempo de mayor angustia de mi existencia, más incluso que ahora...

     ... encontré un grupo de personas a las que no les importaba que yo fuera una alcohólica y una drogadicta. Entre otras cosas, porque ellas también lo eran.

     Entre estas personas estaba ella. La llamaré Elena, aunque ese no es su verdadero nombre.

     Elena me abrazó la segunda noche que me uní al grupo, fue su forma de darme la bienvenida, de decirme que todo iba a salir bien.

     Me acompañaba a casa junto con L..., y siempre me decía lo mismo. -"!Sonia, fuerte, que lo tienes ya! Casi lo has conseguido".

     Su figura grandullona de agricultora de Castellón no se me olvidará nunca.

     Elena saltó al vacío desde una ventana de su casa. 

     Así acabó su lucha y su sufrimiento.

     Yo podría haber sido Elena. Y esto me invita a contemplarme en silencio. Y sobre todo, a agradecer lo que soy y lo que tengo. Y a rezar.