Capítulo 3: Un pasado el cual hay que revivir...

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Narración normal:

Después de un largo y agotador día de clases, por fin acababa de sonar el timbre que indicaba que las clases acababan de terminar. Todos empezaron a recoger sus cosas y a llevarse los cuadernos de cada materia en la cual habían mandado tareas. Las tareas de Sparta eran hacer ejercicios de matemáticas, historia y lengua, mientras que las de Raptor solo era hacer un trabajo visual de alguien importante en la historia para la siguiente semana.

-¡Vaya tareita que te han dado! Tienes una suerte...-Reprochó Sparta indignado-.

-Ventajas de tener a una mujer amable de profesora.-Dijo Raptor con una sonrisa-.Tú en cambio tienes un profesor...-Apartó su mirada-.

-Por fin estamos de acuerdo al menos en una cosa, mi profesor es...¿cómo decirlo?...un........un imbécil.-Terminó seco-.

-Mala suerte amigo.-Puso su mano en el hombro de Sparta-.

-¿No me digas?-Dijo en un tono sarcástico-. Bueno, cambiando de tema, ¿a qué hora te apetece ir al bosque?

-Qué tal....¿ahora?-sugirió dudoso el de ojos bicolor-.

-¿¡Qué!? ¿Y mi comida qué? ¡Tengo hambre!-Gritó indignado-.

-Me temo que tendrá que esperar eso...las demás horas están ocupadas. Tengo una agenda muuuy apretada, lo deberías de saber.

En realidad lo que decía Raptor era mentira, solo que no le apetecía ir más tarde.

Sparta simplemente no contestó, solo se limitó a arrugar su frente y a hacer una mueca con la boca, para después hablar.

-Agh, está bien. Venga, qué mi comida no podrá esperar tanto.-Dijo dándose por vencido Sparta-.

Los dos amigos empezaron a caminar por toda la ciudad, hasta llegar a una parte alejada de la ya mencionada, para adentrarse en un bosque. Siguieron avanzando hasta que pudieron divisar un sendero, el cual siguieron hasta llegar a una parte en donde había una vieja casa abandonada. Casi todas las ventanas de la casa estaban abiertas de par en par, algunas rotas. Las enredaderas subían por todas las paredes exteriores de aquel antiguo hogar que perteneció a alguien, que ahora, era un "refugio" para los dos amigos. Lo usaban para cuando querían hablar en privado, para realizar tareas o para algunas veces hasta estudiar para futuros exámenes.

-¡Al fin llegamos!- Se quejó Sparta-. ¡Después de 5 años llegamos!-Dijo mientras que se arrodillaba en el suelo y alzaba sus brazos hacia el cielo dramáticamente-.

-Jajaja no es para tanto Sparta, últimamente te he notado más vago de lo normal...¡por cierto! Eso ha hecho que me acordara que tenía que decirte que Timba está en mi clase.

-¿En serio? Hace 2 años que no le veía...que alegría.-Se levantó del suelo y empezó a sacudir sus ropas-.Venga, entremos.

Sparta abrió la puerta de aquella casa de dos pisos que empezó a rechinar. Después, Raptor se acercó a la puerta pero paró antes de entrar.

-¿Qué te dio por hacer ahora reptil? No me digas que no te apetece entrar, porque ya me has hecho venir hasta aquí, así que como no entres...-Advirtió el menor-.

-Las señoritas primero.- Dijo mientras extendía su mano hacia delante, indicando que el contrario pasase-.

Sparta frunció su ceño, dio una sonrisa forzada, suspiró y acto seguido, antes de que Raptor se diera cuenta, le dio una patada en el trasero. Haciendo que Raptor cayera de cara al suelo de la casa.

-¡Sparta! ¡Es la segunda vez en el día que me caigo por tu culpa!-se quejó-.

-¿No habías dicho señoritas primero?-Comentó con una sonrisa-.Venga, levántate que tenemos que ponernos al día.

Intentando vivir contigo (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora