Capítulo 11: Nuestra última semana juntos 3/7

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Narración normal:

La luz daba en los ojos mañaneros de Sparta, que acababa de despertarse a las 5 de la mañana un domingo, que en ese momento hablaba con Raptor por llamada. ¿Razón? Simple, no podía dormir. Acababa de tener una pesadilla y le era imposible conciliar el sueño, ya que cada vez que cerraba sus ojos, podía ver el día en el que tenía que partir.

Soñaba que estaba en dentro de un tren. Fuera del medio de transporte, aparecían fragmentos medio borrosos pero aun así visibles, de toda su infancia esparcidos por lo que sería el andén. Al verlos, se sintió feliz y quiso acercarse a ellos para verlos con más detalle. Pero en cuanto dio un paso, las puertas que estaban abiertas frente suya, se cerraron de golpe. Al instante, se echó hacia atrás por instinto y las puertas se volvieron a abrir. Al ver esto, se extrañó y se acercó a la puerta nuevamente, con la esperanza de poder pasarla, pero nada. Dio otro paso y se cerró en sus narices, causando un gran estruendo. Cada vez que intentaba cruzar la puerta, se lo impedían. 

Ya un poco desesperado, se acercó a la puerta furiosamente y la golpeaba en el intento de romperla, pero tampoco. Era básicamente imposible abrir la puerta. Siguió intentándolo y después de un poco de tiempo, había empezado a llorar por la frustración que le causaba no poder estar cerca de aquellos recuerdos que le producían felicidad. Dio un último puñetazo a la puerta y se deslizó contra ella mientras que caía al suelo agotado, derramando lágrimas de impotencia. Gateando, se dirigió hasta la pared que estaba justo delante de la puerta del tren y se sentó mientras que se abrazaba a si mismo. 

Como se había alejado, la puerta se abrió otra vez y pudo observar desde lejos las memorias que había allí. En ese momento solo podía hacer eso, mirarlas desde la distancia. Recordarlas desde la distancia y nunca más poder apreciarlas desde cerca.

En ese momento, Sparta despertó de aquella pesadilla, sudando y con algunas lágrimas en sus ojos. Miraba al frente asustado y se agarró del pecho aliviado al darse cuenta de que fue todo solo un mal sueño. Miró al rededor, nervioso y lo único que pudo ver en la oscuridad fue a Ray, que por su culpa se acababa de despertar y estaba saltando hacia él.

Se levantó de su cama con la vista borrosa y ojos entrecerrados. Descalzo, se dirigió a la cocina de su casa que en ese momento estaba a oscuras. No le apetecía encender la luz porque seguramente despertaría a sus padres y eso era lo último que quería que pasase.

De la mesa, cogió un vaso. Al instante su mano empezó a temblar, todavía seguía algo nervioso. Con cuidado de que no se le cayera el vaso al suelo, se sirvió agua y la bebió despacio, sintiendo el sonido que producía su faringe al tragarla. 

Después de refrescarse algo soltó un suspiro de satisfacción y volvió a dirigirse hacia su habitación. Se tumbó en su cama y se tapó como pudo con sus mantas. Cerró sus ojos para que pudiera dormir, pero en cuanto lo hizo, apareció en su mente la imagen de su sueño. Abrió sus ojos rápidamente para no tener que ver la imagen otra vez, pero se dio cuenta de que si no los cerraba claramente no iba a poder dormir. Con miedo, volvió a cerrarlos esperando a que no pasara lo mismo que hace unos segundos atrás. Para su mala suerte sí que lo pasó y se asustó dando un pequeño salto en su cama. 

Se encogió de hombros y después cogió su teléfono que estaba en la mesilla al lado de su cama. En la pantalla de inicio marcaba la hora 4:56. El castaño echó su cabeza hacia atrás mientras que apretaba sus puños al ver la hora, se esperaba que fuera más tarde, pero no. Sin muchas ganas de volver a intentar cerrar sus ojos, encendió su teléfono otra vez y se puso a mandarle un mensaje a su amigo el pelirrojo.

Y volvemos a lo que sería el presente. Hace unos cuantos minutos, el de ojos azules había entablado una conversación con su amigo. Ambos hablaban susurrando para no despertar a sus padres, que seguían claramente dormidos.

Intentando vivir contigo (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora