Capítulo 4 🐾 (4.1)

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Para su propia sorpresa, Yeonjun había vuelto a clases.

Desde luego, hubiera preferido quedarse echado en alguna parte del patio, como un vagabundo. Pero tenía claro que si permanecía afuera, solo, los pensamientos acusatorios no habrían dejado de agobiarlo.

Justo como el día anterior.

No.

Peor que el día anterior.

Sabía que había dicho cosas muy crueles y que se había portado como un verdadero cabrón-hijo-de-puta. Sentía asco de sí mismo. Pero no deseaba preocuparse por eso, al menos, no todavía; lo que quería era poner su cerebro en hibernación, o apagarlo, cualquier cosa que fuera necesaria para detener el flujo de sus pensamientos, pues todos terminaban centrándose solo en Beomgyu, en la discusión y en el arrepentimiento.

Demasiado arrepentimiento.

Por eso, precisamente, decidió volver al salón de clases: para mantener su cabeza ocupada con la Historia y la Geografía y no pensar en el chico popular; ni tampoco en el estúpido erizo del estúpido presidente que quizá estaba herido por culpa del estúpido, estúpido, estúpido susodicho, es decir, Choi Yeonjun.

Ni Beomgyu ni Soobin habían regresado. Sus asientos se encontraban vacíos; solo sus mochilas seguían allí, y aunque muchos alumnos estaban curiosos al respecto, los profesores no le dieron tanta importancia a su ausencia.

El chico renegado suponía que seguían buscando a Odi.

Arin lo ignoraba, rehuía de su mirada. Yeonjun no sabía si era porque continuaba avergonzada de lo ocurrido o si estaba molesta con él, pero la verdad, tampoco quería pensar en eso.

Entonces, simplemente, ahí estaba: en su pupitre, tomando apuntes, prestando atención a las clases e intentando parecer imperturbable.

Tenía puesta una máscara de indiferencia porque sabía que algunos de sus compañeros lo miraban constantemente. Pero esa máscara se volvió tan creíble, que incluso él mismo se sumergió en un auténtico letargo, en el que no podía sentir nada ni pensar en nada.

Tampoco pudo pensar en lo que le sucedió tras la discusión, después de que Beomgyu se fuera.

"... Ni siquiera deseo volverme a acercar a ti, ¡así que jódete, cabrón! ¡Te odio!"

La silueta del popular se alejaba y con cada paso que daba, el miedo penetraba más y más hondo en las entrañas del mayor, revolviéndole el estómago. Tenía la impresión de ir a bordo de un ascensor que descendía en caída libre a velocidades vertiginosas.

Quería seguir a Beomgyu desesperadamente, como si hubiera algo que necesitara decirle con urgencia ─tal vez una disculpa inmediata, o tal vez algo más─. Pero no se movió un ápice. Se quedó congelado como una estatua, sin saber qué hacer, con la mente frita y el corazón muy acelerado; y repente, todo su mundo se volvió azul.

Sí, azul. Su visión pareció adoptar un filtro azul, y todas las cosas: las jardineras, los árboles, el pasto, las paredes de los salones y sus propias manos, que contempló estupefacto, se tiñeron en diferentes tonalidades del mismo color.

Duró muy poco esa visión, apenas quizá, unos quince segundos. Yeonjun comenzó a dudar de que aquel extraño suceso realmente hubiera ocurrido justo después de que se terminó.

Porque no parecía un recuerdo real.

De hecho, hubo algo más: un inmenso dolor lo hizo caer al suelo.

No fue capaz de distinguir en qué parte del cuerpo le dolía, porque el dolor inundó todo su ser, como una descarga eléctrica. Pero así de pronto, en un parpadeo, se había detenido; no gradual, sino repentinamente; como si nunca hubiese sucedido.

🐱 LO$ER = 🐶 LO♡ER [YEONGYU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora