El chico rebelde intentó estirarse en cuanto comenzó a despertar; pero no pudo, porque tenía una sensación muy extraña en todo el cuerpo.
Sus piernas estaban entumecidas y pesadas. Yeonjun sentía que sus músculos estaban tan tensos como si alguien directamente le hubiera amarrado las pantorrillas a los muslos, forzándolo a estar en una posición incómoda que le impedía flexionarse o estirarse. Y dolía.
"¿Qué carajo? ¿Estoy secuestrado?"
Sus brazos también se sentían extraños, "doblados". Pero quizá lo más doloroso fue su cuello, pues no podía erguirlo ni levantar la cabeza; se percibía... "encorvado" y desarticulado.
Cuando Yeonjun intentó incorporarse, al menos para sentarse, el dolor de espalda casi lo hizo llorar. Se sentía con el torso más corto, y cualquier movimiento que requiriera de flexibilidad le resultó por completo imposible.
La luz de un farol del alumbrado público le deslumbraba la vista desagradablemente. Fue entonces cuando intentó tallarse los ojos con el dorso de una mano, pero al intentarlo, el tacto de su propia piel le resultó desconcertante.
Su mano también se sentía rara, más pequeña, y tiesa como si llevara unos guantes gruesos que le impidieran mover los dedos libremente.
¿Qué demonios le sucedía?
─ ¡Oh, al fin despiertas!
Yeonjun escuchó esa mística voz de nuevo; la misma que había oído, aparentemente, antes de desmayarse, y que provino del gato-siniestro.
Yeonjun se asustó e intentó levantarse, huir. Si embargo, solo consiguió rodar por el suelo torpemente, lastimandose todo el cuerpo. No tenía control sobre sí mismo.
─ Deja de moverte tanto, Yeonjun. Tienes que relajarte.
La voz volvió a escucharse y esta vez más cerca y más fuerte. Yeonjun levantó la vista porque el sonido de esa voz le pareció venir de arriba. Fue de esta forma que finalmente observó al muchacho extranjero.
No era un gato quien hablaba. No. Era un chico. Aquella voz misteriosa e inquietante le pertenecía a un chico que estaba sentado en el suelo, enfrente de él. Un chico alto. MUY ALTO. Un titán, un gigante aterrador.
El chico-gigante tenía el cabello blanco y esponjoso, rasgos caucásicos y ojos dispares: verde y azúl.
Yeonjun quiso gritar al ver a aquel extraño ser ─ que evidentemente no era humano─ , pero solo salió de su boca un extraño sonido que no supo identificar.
Se estremeció.
─ Tranquilo, tranquilo.
El chico-gigante se puso de pie y tomó a Yeonjun en brazos con una facilidad impresionante, mientras este intentaba en vano patalear para liberarse.
Su cuerpo seguía sin responder. Quiso gritarle: "¡Suéltame! ¡Bájame! ¡No me toques!"
Pero todavía no podía hablar adecuadamente. Las palabras se deformaban en su boca y perdían el sentido, emitiendo únicamente sonidos muy extraños que parecían... Parecían....
─ ¡Que te quedes quieto, por favor! ¿O acaso quieres que te tire? No lo creo.
"¿Quién eres?" Preguntó, o intentó preguntar el chico rebelde, ya sin luchar en los brazos del gigante.
"¿Qué eres? ¿Qué quieres de mí?" También intentó, consiguiendo nada más que otros de esos ruidos extraños escaparan de su boca.
─ Te explicaré las reglas del juego, Junie, pero más tarde. Será una charla larga y la verdad ni siquiera sé qué tanto te puedo decir sin arruinar las sorpresas que tengo preparadas, así que aún necesito pensarlo─respondió aquella criatura, aparentemente, entendiendo lo que Yeonjun quiso preguntar─ . Yo soy Kai, Huening Kai Kamal... ese era mi nombre cuando estaba vivo. Bueno... soy algo así como un "espíritu maldito", y te he escogido a tí, de entre todos los humanos de la ciudad, para hacerte travesuras y poder alimentarme de tus sueños.
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🐱 LO$ER = 🐶 LO♡ER [YEONGYU]
أدب الهواةYeonjun era un perdedor, un rebelde, un renegado. Beomgyu era el típico adolescente "perfecto" y popular. Ambos chicos, dos polos opuestos, solían ser conocidos como grandes rivales y enemigos. Siempre estaban peleando, justo como un gato y un pe...