El tercer día que Odi llevaba desaparecido, la búsqueda estuvo llena de agitación.
Beomgyu corrió a casa de su mejor amigo desde las siete de la mañana, aprovechando que aparentemente su padre volvía a estar ausente y no podía regañarlo. Se sentía demasiado culpable precisamente por no haber podido acompañar a Soobin la noche anterior gracias al conflicto con su progenitor.
Tuvo que rogarle a su mamá que cuidara del pequeño "Foxy", quien seguía dormido, mientras él regresaba; no tuvo el corazón de interrumpir tan temprano el sueño del tierno cachorro que seguramente aún necesitaba reposo.
Como llegó sin avisar, prácticamente tuvo que despertar a Soobin y apresurarlo para iniciar el día. Desayunaron bocadillos en una cafetería cerca del Ayuntamiento, mientras el chico más alto se espabilaba; y como Soobin terminó de pegar volantes por toda la ciudad él solo e imprimió más, los amigos decidieron repartir los volantes sobrantes directamente entregándolos en la mano de las personas. El quiosco que estaba en el centro de la ciudad fue un lugar perfecto debido a que mucha gente transitaba por ahí a esa hora. Habían madres y padres de familia que salían a hacer sus compras y tenían que atravesar la plaza, parejas caminando tranquilamente, gente en ropa deportiva que corría un poco para ejercitarse, vendedores ambulantes de golosinas, chicos que andaban en patineta y niños que jugaban.
"¡Disculpe! Estamos buscando a una mascota perdida..."
"¿De casualidad ha visto a este pequeño erizo?"
La mayoría de las personas fueron un poco groseras. Algunas veces ni siquiera les sostenían el volante que ellos ofrecían, pero también hubo quienes lo dejaron caer al suelo apenas unos pasos después.
Soobin se entristecía cuando eran ignorados. Beomgyu, en cambio, se ofendía muchísimo, pero dignamente corría a levantar los volantes abandonados para que pudieran seguirlos aprovechando.
─ No te preocupes ─le decía firmemente a su amigo ─. Son perdedores todos. No los necesitamos.
Y así pasaron varias horas.
Cuando fue media tarde, los volantes finalmente se les agotaron y ambos estaban muy cansados. Compraron bebidas frías en una heladería próxima y se sentaron a tomarlas en una banca de la plaza. Soobin estaba angustiado y triste, revisando su teléfono.
─ ¿Nada? ─le preguntó Beomgyu.
─ No. Nadie nos ha contactado.
─ Olvidé decirle a mi mamá que posiblemente llegaría alguien a dejar a Odi. Le voy a mandar un mensaje ─dijo el chico popular.
─ Gracias por poner tu dirección.
─ No te preocupes.
La dirección que colocaron en los volantes era de Beomgyu, pues la madre de Soobin, la señora Yonseo, seguro se pondría como loca si alguien llevaba al erizo de regreso con ella. Quién sabe de qué tanto era capaz esa mujer, pero Soobin prefirió no arriesgarse a provocar su ira nuevamente.
Sorprendentemente, no lo había castigado por lo del reporte ni por lo de ir a limpiar la escuela (tarea que el par de amigos debía hacer dentro de dos días). Pero sí le había hecho un montón de comentarios horribles como que "Perder a su cosa con espinas ya era castigo suficiente", y que "Eso se lo ganó Soobin por idiota".
Yeonseo esperaba que su hijo se sintiera culpable y avergonzado, y justamente eso logró. Ella era una experta con licencia en violencia psicológica, por desgracia.
─ También le agradeceré después a tu mamá, lo prometo ─dijo Soobin, deseando que la dulce y bondadosa madre de su mejor amigo lo adoptara.
Beomgyu asintió con una sonrisa y recargó la cabeza en el hombro de Soobin luego de que ambos guardaran sus teléfonos.
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🐱 LO$ER = 🐶 LO♡ER [YEONGYU]
FanficYeonjun era un perdedor, un rebelde, un renegado. Beomgyu era el típico adolescente "perfecto" y popular. Ambos chicos, dos polos opuestos, solían ser conocidos como grandes rivales y enemigos. Siempre estaban peleando, justo como un gato y un pe...