Nunca habían existido dos chicos más diferentes. La famosa frase "son como perros y gatos" jamás había encajado tan perfectamente como lo hizo alguna vez con Choi Yeonjun y Choi Beomgyu.
Aparentemente, lo único que tenían en común era el apellido.
Beomgyu era como un perrito feliz y juguetón, y Yeonjun como un gato amargado e irritable.
─ ¿Qué haces, estúpido?
─ ¡Buenos días para ti también, Junie!. Estoy abriendo la puerta del salón, queridísimo compañero. Tengo calor.
─ ¡Pero está lloviendo!
─ Es lluvia con calor.
─ ¡No hace nada de calor! ¡Cierra! ¡Me está dando el aire!
Yeonjun en realidad no tenía frío. El clima era agradable. Incluso refrescaba un poco tener la puerta abierta y sentir la suave brisa de la lluvia. Sin embargo, se sentía invadido por el otro chico. Su asiento se encontraba justo junto a la puerta, y si Beomgyu manipulaba cualquier cosa que estuviera cerca de su entorno, no podía evitar sentirse atacado.
A Beomgyu le parecía que Yeon siempre estaba a la defensiva. Así había sido siempre, desde que se conocieron, cuando el periodo escolar había comenzado.
─ ¡Perdón, abuelito! Olvido que tus huesos viejos se entumen. Pero ni modo, los jóvenes tenemos calor.
Beomgyu sonrió de forma tan adorable, que al mayor le dieron ganas de quebrarle sus bonitos dientes. Odiaba que lo fastidiara con su edad, le dolía en el orgullo ser un repetidor de curso, atrasado dos años.
─ Si tienes tanto puto calor, solo deja de venir a la escuela con esas feas camisetas de manga larga debajo del uniforme.
─ Pfff... Ni loco, es parte del estilo, Junie.
─ Tu estilo apesta. Y deja de llamarme así, imbécil.
Todos sus profesores y compañeros de clase estaban totalmente acostumbrados a las peleas constantes. Ya ni siquiera los interrumpían en esas discusiones sinsentido, solo los dejaban hablar y hablar, como un par de locos.
A veces parecía que ninguno tenía criterio u opinión propios. A veces hablaban por hablar, con la simple intención de contradecir al otro, sin importar que discutieran por disparates como los sabores del helado, los insectos, los programas de la tele, o en este caso el clima.
Era absurdo.
Para la gran mayoría, aquello no era verdadera rivalidad, sino una forma retorcida de camaradería. Como si pelearan únicamente por reclamarse mutua y perpetua atención. Como si amaran tanto escucharse las voces, que discutir fuera necesario.
Pero no era así.
Bueno, al menos no exactamente así.
Choi Yeonjun era lo que podíamos llamar, un "renegado". El típico adolescente antisocial con aires de anarquista, que odia a la sociedad, al gobierno, y desde luego, al sistema educativo. El chico que detesta las relaciones sociales y parece estar enojado las veinticuatro horas del día. Ese chico que se sienta junto a la puerta del salón y se pasa las clases mirando por la ventana, esperando el momento idóneo en que la campana suene y pueda largarse de ahí.
Un estereotipo de rebelde sin causa.
No tenía amigos, ni pareja, ni buenas calificaciones. Ni siquiera tenía una relación estable con su círculo familiar.
Todo lo contrario a su declarado Némesis.
Parecía una ley natural que fuesen tan opuestos. Si Yeonjun era el chico-siempre-enojado, Beomgyu tenía que ser el chico-siempre-sonriente.
Choi Beomgyu tenía innumerables amistades, era popular. Venía de una familia acomodada y respetada en el vecindario. Sus calificaciones eran sobresalientes, y muchas chicas hacían una larga fila para intentar salir con él.
Un estereotipo de adolescente perfecto.
Además, Beomgyu poseía una personalidad realmente envidiable. Su sangre era liviana y dulce. No se tomaba los insultos de manera personal, y las críticas le importaban poco o nada. Era una persona que contestaba a los ataques traviesamente, como un niño juguetón, bromista. No parecía perder la sonrisa por nada en absoluto.
Quizá fue por eso que Yeonjun lo tomó como "saco de boxeo verbal" desde que se conocieron. Era en él en quién descargaba sus frustraciones. Beomgyu representaba todo lo que Yeonjun aborrecía, por ello, siempre gozaba desquitarse usándolo a él.
Molestar a Beomgyu era el pasatiempo favorito de Yeonjun.
Y Beomgyu... Él tenía pensamientos completamente diferentes a los de su rival.
La verdad es que Beom disfrutaba sus charlas con el otro chico. Quizá las cosas hubieran sido diferentes, si la personalidad de Choi Beomgyu no fuera tan particular. Mientras que la mayoría de sus compañeros se sentirían molestos si recibieran insultos día tras día, este tierno chico popular siempre le respondía Yeonjun con ironías y un poco de sarcasmo, por lo que para él, lo de Yeonjun era como un juego divertidísimo e ingenioso. Como una complicidad.
Beomgyu llegaba a pensar que nadie podía entenderlo mejor que Yeonjun. Y era un pensamiento irracional, pues nunca habían mantenido ninguna charla personal, más allá de sus peleas infantiles.
En realidad lo más extraño era que Yeonjun, quien no mostraba interés por nada ni nadie, siempre parecía tener un particular apego ─ tóxico, claro ─ hacia él.
A Beomgyu lo halagaba ser capaz de llamar tanto la atención de un chico al que parecía no importarle nada en la vida. Yeonjun podía olvidar hacer su tarea hasta cinco días a la semana, pero jamás olvidaba fastidiar al pequeño popular.
Beomgyu no lo entendía. Los comportamientos del renegado eran misteriosos y su forma de pensar resultaba tan vaga, tan confusa como un enigma. Pero Beom sentía que en el fondo, Yeonjun buscaba su compañía de forma necesitada, como si estuviera luchando por ser su amigo y como si hiciera un esfuerzo sobrehumano por ocultar su verdadera personalidad.
Beomgyu sentía una curiosidad desconocida, que lo tenía enganchado. Y debido a su necia e hiperactiva voluntad, estaba claro que no se quedaría quieto.
El chico popular estaba dispuesto a todo con tal de conocer a profundidad al chico renegado.
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🐱 LO$ER = 🐶 LO♡ER [YEONGYU]
Fiksi PenggemarYeonjun era un perdedor, un rebelde, un renegado. Beomgyu era el típico adolescente "perfecto" y popular. Ambos chicos, dos polos opuestos, solían ser conocidos como grandes rivales y enemigos. Siempre estaban peleando, justo como un gato y un pe...