Itaparica

Capítulo 18: Solos en la playa

Narciso debía cuidar su piel desde ese momento, por lo que se metió al agua con remera, y empezó a congelarse rápidamente. Paloma le sugirió que se sacase la remera, y él lo hizo: estaba muy a gusto con ella en una playa desierta. Claro que lo hizo de la forma que consideró como la más sensual posible: cruzando los brazos y levantando los extremos inferiores de la remera hacia arriba. Paloma lo miró, y eso le gustaba a él, quería que notara las diferencias entre el cuerpo de alguien de veintidós años con el de alguien de treinta.

Relajados y flotando en el agua, que apenas cubría sus cuerpos, hablaron de todo. Era fácil aprender sobre ella. Hablaba con naturalidad y su discurso parecía sincero. Probablemente a partir de ahí empezó a valorar características distintas a las que más habitualmente solía percibir, como el magnetismo que puede causar una personalidad interesante. 

-Mi parte preferida de mi cuerpo son las piernas-. Se las tocó mientras flotaba, Narciso deseaba tocarlas, pero no lo hizo. La piel parecía tersa, tostada y sus piernas tenían una bella forma.

-Supongo que mi parte preferida son los brazos, pero me gusta todo. - Quería que mirara sus brazos, probablemente su orgullo, dado que era una de las partes de su cuerpo que mejor reaccionaba al ejercicio, a diferencia de su abdomen, por ejemplo.

-Me gusta todo mi cuerpo igual-.

Paloma se veía muy bien con sus anteojos Ray Ban, enfrentándolo a él. Narciso tenía ganas de besarla, pero no podía ver su expresión. Él le sonreía, pero, como le pasaría miles de veces, no se animó a dar el salto. No obstante, eso no significaba que después no atesorara los momentos que pasó con ella. Esa semana construyeron una relación sencilla pero bella. Claro que Narciso tenía la ingenua ilusión de que algún día ella le hablaría por WhatsApp y se volverían a ver. Él mantuvo esa esperanza poco justificada durante un tiempo no muy prudencial.