Capítulo 10: Encuentro en la playa (Parte II)

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- ¿No te vas a sentar en una hamaca? – preguntó ella, con su característico tono imperativo.

- No, estoy cómodo acá.

Él quería estar lo más cerca de ella posible.

-Te llenaría de libros si estuviéramos juntos- dijo aquel tonto idealista-.

-Prefiero los libros digitales, porque se pueden llevar en los viajes- respondió, siempre práctica y desapegada.

- ¿Pero no pensás en tener una casa en algún momento? A mí me gustaría tener una grande, con una sala de lectura-.

Ella no pensaba en establecerse. Ahí él entendió que probablemente no tendría mucho sentido hacer proyecciones, cosa que le encantaba hacer.

Sus personalidades eran muy diferentes: Camila consideraba fundamental viajar y conocer el mundo, aquel pensamiento muy postmoderno donde poco cabían las responsabilidades y la realidad. Narciso era una persona bastante inserta en la tierra, y a su vez demasiado cobarde para cumplir un sueño de este tipo. Sus obligaciones le pesaban: tanto para con su carrera, como para con su familia.

-Creo que la pasaría bien estando con vos-.

-No creo, yo no creo en la fidelidad, vos estás bombardeado de amor romántico. La pasarías mal. De hecho, hay un chico que se puso a llorar cuando le dije que era poliamorosa.

- Yo no creo en la monogamia- dijo él, que en ese momento realmente pensaba así.

Por supuesto que él no se pondría a llorar porque ella era poliamorosa, de hecho, ese comentario le pareció bastante pedante. No obstante, ella fue bastante sincera, efectivamente él estaba bombardeado de un amor romántico que intentaría deconstruir en el futuro, con poco éxito. Esa frase le daría que pensar durante mucho tiempo, y se la repitió varias veces en el futuro. El creía que esas palabras representaban aquellos momentos breves de lucidez que tienen las personas en donde dicen una verdad fundamental para uno. Era una lectura precisa del alma humana, la comprensión de su esencia misma, algo solamente captable para quien está muy atento al discurso del otro.

Narciso siguió hablando de proyecciones, citando a grandes autores, para tratar de impresionarla -quizás no lo hiciera tan mal-, pero también generando un meta-discurso honesto de sus intenciones al hablar.

Ella le contó que escribía haikus, y hasta le leyó varios. Cuando se los leía, aumentaba su fascinación por ella. Probablemente por el contenido, que le acercaba una Camila bastante erótica, que rompía ciertas sublimaciones suyas, pero lo atraía. Definitivamente era muy interesante su costado sexual, y le quitaba ingenuidad a su persona. En sus haikus hablaba de algunas de sus experiencias sexuales. Narciso las escuchaba con la única posibilidad de poder imaginarlas solamente. En los meses próximos él aprendería a escribir haikus, y leería sobre ellos.

Durante bastante tiempo el seguiría girando en la órbita de ella, aún después de no haberla estado con ella por más de una semana. 

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