Los gritos se escuchaban en toda la casa, no era la primera vez después de todo. El olor a humo de cigarro abundaba el lugar, cosa que el alemán realmente odiaba.
—¡URSS, ya deja fumar! ¡Por Dios!— gritó con clara molestia de tener que respirar algo tan tóxico y molesto, pero su marido era terco.
—¡Tú no toleras nada, Reich!—pronunció, sabía que tenía una adicción, pero no iba a admitirlo, y menos a su furioso omega.
—¡No puedo creerlo! ¡Te estás matando a ti mismo y me arrastras a mi contigo de paso!— lo miró fulminante, odiaba que su marido fumara en la casa, el contrario lo sabía muy bien, pero no le importaba.
A fin de cuentas simpre lograban arreglar eso, con promesas falsas, pero promesas. Ellos se amaban, y con toda el alma, pero como toda pareja tenían problemas.
—Esto está llegando demasiado lejos, URSS, ya no quiero vivir así.
—Tú decidiste pasar el resto de tu vida conmigo.
Si tan sólo ambos hubieran sido lo suficiente para el otro, o así lo decía Reich. URSS, por su parte, decía que no siempre son las mismas almas en otro cuerpo ¿pero y eso qué importa? No interesa a final de esto. Puede que quieran ser lo mejor, pero no siempre se logra en brazos de la persona equivocada, aunque ellos sean destinados las cosas podían fallar de vez en cuando.
Algo difícil para el alfa ruso, era dejar los cigarrillos, soplaba en el rostro de su omega, fumaba frente a él, le contagiaba su veneno, realmente no quería hacerlo, pero era para calmar los nervios.
Para Reich difícil era lograr que el alfa dejara de fumar al menos por una hora, que en su casa se pudiera respirar aire limpio, tan sólo eso, pero su amado no estaba de acuerdo en seguir con sus planes.
Un “Te amo” puede significar muchas cosas, para el alemán en la cama era como si le dedicaran un millón de poemas en solo dos palabras, para el ruso solo era un relleno sin importancia en el acto. Si bien después de todo eso nada cambiaba, para el menor de ambos era como haber tenido el más romántico momento, mientras que para el ruso no era más que solo sexo y ya. Aunque se recalca que ellos se aman, no obtienen lo que uno espera del otro, tristemente, pero aún así con el corazón hecho trizas, el alemán busca que su marido salve su vida con algo tan simple como dejar el encendedor guardado en el cajón antes de salir de casa.

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Cigarros
Rastgele-¿Por qué aún fumas, por quién dejarías de hacerlo? - se acercó al hombre que estaba frente a él, con una mirada de preocupación sarcástica. -Eso no tiene importancia, y no necesito a alguien para dejar de hacerlo. No dejaría de hacerlo por alguien...