Por fin se encontraban frente a frente.
Po fin, en esta era, Atheno había logrado llegar a los Campos Elíseos, donde por fin podía enfrentarse cara a cara a Hades, el dios del Inframundo.
Sin saber que un repentino ataque traicionero, pondría en mar...
Sus ojos parpadeaban rápidamente con la mirada fija en el techo de la habitación, el calor alrededor de su cuerpo, aun lo mantenía en un inusual adormecimiento. Bajó su mirada y podía ver los cabellos alborotados, de su captor, con la inmovilidad adueñada de su cuerpo.
Cada segundo que pasaba, sentía más era presente la sensación del par de brazos, que aún lo rodeaban Presa del entumecimiento, que lo apresaba de pies a cabeza, Hades movió sus brazos sobre su pecho, tratando de levantar el cuerpo adormecido de Atheno. No obstante, sus brazos lánguidos y temblantes, no lograban sostener el peso del joven dios.
El dios se movió, con los cálidos brazos seguían los rodeándolo, aunque con delicadeza, aumentaron su estrecho abrazo, con una firmeza y delicadeza increíble. Un bufido salió de labios de Hades. Mirando los mechones de cabellos violetas, que habían caído en su rostro. Un casi desapercibido olor llegó a su nariz, delicado, sin embargo, distinguible, el olor amargo a olivo cosquilleaba sus fosas nasales.
Con un movimiento brusco, Atheno retrajo los brazos, liberando finalmente su cuerpo. Hades movió rápidamente su cuerpo, colocando rápidamente sus manos sobre su pecho, con toda su fuerza, levantó el cuerpo del dios, y lo empujó. El cuerpo rodó, quedando boca arriba, con una maraña de cabellos violetas esparcidos por la cama.
Su pecho que se hundía y subía con tranquilidad, instintivamente giró su cuerpo y se sentó encima de la cintura de Atheno, clavando la mirada en él. Motivado por la ira, se acercó con cautela, acercando sus manos con lentitud hacia su cuello. Su furibunda mirada se posó sobre su durmiente rostro; sus largas pestañas, que no titubeaban y los rasgos de su perfecta nariz, que colindaban con los, aunque delgados, finos y delicados labios aún entreabiertos.
Inconscientemente, su cuerpo se paralizó, y en su mente podía ver el momento en el que Atheno, había posado sus labios en los de él, y como tercamente pegado su cuerpo, sintiendo, a cada instante, la temperatura de su inmortal cuerpo elevarse a través de la delgada prenda que vestía. Una de sus manos, involuntariamente se fue acercando a su boca, aunque ya habían pasado unas horas, y la sensación del beso seguía viva.
Todo parecía dar la sensación, de haber quedado congelado en el tiempo, mirándolo dormir con tranquilidad. Alejándose su mano, comenzó a acercarla hacia la delicada piel de su rostro dormido, un extraño cosquilleo fue invadiendo la punta de sus dedos, acercándose a los parpados, donde las sombras en ellos se veían atenuadas.
Casi podía sentir el tacto de su piel, cuando detuvo su mano que casi rozaba su rostro que había recuperado su color natural. La cerró en su puño y miró cómo Atheno se movía, alejando su brazo de su cuerpo.
Enderezo su cuerpo retrajo su mano y se bajó de él rápidamente. Con un sonido sordo de sus pies descalzados, comenzó a alejarse de la cama.
Miraba como la respiración del joven dios aún era acompasada, durmiendo plácidamente, y con movimientos torpes, Hades retrocedió un par de pasos más de la cama, sin dejar de mirarlo con el ceño fruncido.
Los pensamientos de Hades, se revolvían en su cabeza, entre tanto, girando la mirada hacia el cuerpo inmóvil de Atheno, sintiendo como un extraño calor, diferente al de la ira que había despertado dos noches atrás, volvió a inundar su interior. Recordando cómo lo había sometido, y besado con una voracidad inesperada, sintiendo como sus manos sostenían su cuerpo, y sintiendo la intensidad de sus ojos azules.
Esa furia e intención en ellos le recordaban el primer encuentro, en el que había distinguido esa ardiente mirada, en medio de una fría guerra por la Tierra.
"¿Qué me sucede?"
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.