Conspiración

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Los dorados ojos de Hypnos clavados en el cristal del ventanal que era decorado con la escarcha que lentamente iba cubriéndolo sin cesar; mirando a la nada, contemplando como las fuertes ráfagas de nieve y hielo, mantenían el hielo eterno del Cocitos; manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho, tratando de mantener la calma, sobre su tenso cuerpo.

Detrás de sí, el casi imperceptible de los ligeros pasos que se acercaba a sus espaldas con cautela, sin embargo, su negación a volverse era más fuerte de lo que pensaba, frunciendo el ceño, con su mirada aún puesta en el salvajismo de las ráfagas de hielo.

—¿Aun te sientes inquieto? —Thanatos hablaba con una extraña tranquilidad, acercándose hasta llegar justamente a su lado-. La petición de Hades fue completamente inesperada.

—Lo fue —Hypnos contestaba con su inmortal cuerpo temblando-, ahora más que nunca, no podemos bajar la guardia.

—¿Has logrado averiguar algo?

El gemelo menor miraba de soslayo, únicamente para poder mirar la emoción severa en el vacío de los ojos negros de su hermano, para luego, comenzar a girar su cuerpo hacia un costado, mirarlo por un breve momento, para luego evadirlo y comenzar a caminar por el largo pasillo lleno de oscuridad dentro del templo de Hades.

—Ha sido cuidadoso —empezando a caminar por el lúgubre pasillo con Thanatos siguiéndolo en silencio—, sin embargo, todo parece indicar que algo sucedió.

Caminando con tranquilidad sin desviar su mirada de la oscuridad que le esperaba por delante, sentía como el mismo silencio se apoderaba de cada rincón del pasillo; dándole a su vez una considerable pesadez a la ya densa oscuridad del lugar, que iba acentuándose conforme sus pasos avanzaban a cada momento.

—¿Crees que ya lo marcó? —Las palabras de Thanatos se habían quedado en el aire, penetrando con un eco insoportable que iban retumbando en las sólidas paredes del templo.

Girando con cierta rigidez su cabeza, miraba a los superfluos ojos de su hermano, frunciendo el ceño sintiendo como una extraña ira emergía del interior.

—Lo averiguaré.

—¿Qué harás?

Desatendiéndose de las palabras de su hermano, Hypnos volvía su mirada hacia el frente, con un aire superficialmente despreocupado retomando su camino desvaneciéndose, y haciéndose uno con la intensa oscuridad.

—Lo necesario.

En el pasado, por su falta de acción e ingenuidad había sido echado del Olimpo, arrastrando a Thanatos consigo; ahora, no dejaría que Atheno le arrebatara aquello que había construido por siglos; sin duda alguna, realmente era tiempo de actuar.

La aparentemente eterna noche en el Olimpo cubría los intrincados caminos, que, cobijado con la fantasmagórica oscuridad, podía trasladarse con tranquilidad, sin ser visto por nadie más, y no ser algo más que una sombra que se movía sigilosamente ...

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La aparentemente eterna noche en el Olimpo cubría los intrincados caminos, que, cobijado con la fantasmagórica oscuridad, podía trasladarse con tranquilidad, sin ser visto por nadie más, y no ser algo más que una sombra que se movía sigilosamente hacia el habitual punto de encuentro.

El Cautiverio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora