Una posibilidad (Parte I)

20 3 0
                                    

  **Advertencia**
El siguiente capítulo tiene contenido apto únicamente
para mayores de edad

Menores, vayan a rezar.

。o○o。.★.。o○o。.☆.。o○o。.★.o○o。.☆.。o○o

Mirando las inmensas paredes de piedra caliza que imponentemente lo rodeaban vigilantes alrededor de sí, los ojos de Hades miraban una a una de las piedras colocadas perfectamente, cada estructura, cada columna y cada ornamentada entrada; aspirando y exhalando con un pausado ritmo, tratando de mantener una respiración acompasada, siento irónicamente, el vacío aún más presente.

Casi de inmediato, su mirada se colocaba encima de la decorada puerta de la Gran Sala del Olimpo. Un umbral que en ese preciso momento se sentía como una inquebrantable barrera entre él y lo que quería obtener.

Su agotado cuerpo estaba cediendo ante la presión que el lugar le provocaba, así como sentía como poco a poco sus latidos, comenzaban a aumentar de ritmo, escuchándolos en sus oídos absortos por el molesto palpitar, que el silencio sepulcral no había más que hacerlos más notorios, y a su vez aumentando la molesta pesadez de su pecho.

"Sabes, a pesar de pelear por lo mismo, siempre he tenido cierto... interés por él, puedes llamarlo curiosidad si quieres, pero he deseado en tenerlo... aunque sea una noche."

En su mente las palabras de Poseidón aparecían dando vueltas incesantes, y repetidamente se escuchaban casi encimadas unas palabras de otras.

Había dejado que su hermano manipulara su cabeza, con el entrecejo arrugado, el dios el Inframundo evitaba de cualquier manera que esa asquerosa imagen apareciera en su imaginación.

No obstante, sin quererlo, aparecía de un momento a otro, cada vez más impetuosa.

Su hermano dejando expuesta cada parte de su desnudez, montando sobre las caderas del joven dios, y este sosteniendo sus nalgas, con tal fuerza que se hundían en la suave piel, en cada fiera embestida. Los gemidos de placer de Poseidón saliendo de sus lujuriosos labios dejando expuesto su delgado cuello y su polla completamente erecta, goteando con descaro un lechoso líquido. En un delicado movimiento el fuerte cuerpo de Atheno se erguía para rodear el delgado cuerpo, para presionarlo entre sus fornidos brazos y pegarlo a su húmedo cuerpo.

Levantando las comisuras de sus labios en una sonrisa cínica, para pegarlos a los labios de su hermano, con ese hipócrita gesto, que no era más que el reflejo de los ojos de Atheno, una mirada que ardía de un genuino deseo.

Una indescriptible ira comenzaba a ira junto con el recuerdo de las dolorosas escenas que se habían reproducido una y otra vea, durante un sueño que había durado más de ciento treinta años, que lo único que le provocaban, era pena y un dolor completamente indescriptible.

Repentinamente, el desesperante silencio era desquebrajado con un sonoro crujir. Su mirada se posaba en la pesada puerta de madera que se abría con lentitud. Podía sentirse como estremecía ligeramente los cimientos del sagrado templo. Una figura fuerte, armada salía de la habitación; el ángel de piel bronceada, cuyo hermoso rostro, era adornado con rubios cabellos alborotados, meneándose con delicadeza hasta dentarse a pasos enfrente de él.

Inclinando lentamente la cabeza, los largos cabellos caían en una deslumbrante cascada. Hades entrecerraba los ojos, frotando sus dedos entre ello sintiendo como la impaciencia se apoderaba de su razón.

—Disculpe la demora, dios Hades —la solemne voz de Ganimedes se escuchaba tan tranquila como su expresión inmutable—, el dios Zeus lo recibirá.

El momento había llegado.

El Cautiverio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora